miércoles, 25 de noviembre de 2015

Crítica: BEGIN AGAIN (2013) -Parte 1/3-

JOHN CARNEY











Estamos ante una de las comedias románticas más conseguidas y encantadoras de los últimos años, un género nada fácil porque las pautas de su fórmula están muy definidas.

John Carney, ex bajista de la banda “The Frames”, se descubre como un director de sensibilidad musical y vital exquisita. Si ya nos enamoró con “Once” ahora lo consigue con este título que es su prima hermana. Amistad, amor, humor y música en una fusión perfecta.

Naturalidad, frescura, autenticidad y sensibilidad son las columnas vertebrales de esta sencilla película que cuenta la historia de un desastrado productor musical independiente que tras perder su trabajo conoce a una cantante amateur en plena crisis sentimental. Juntos deciden emprender un proyecto que los redimirá.



Transiciones, pausas, dudas y redenciones.

El concepto esencial del cine de Carney hasta el momento me fascina. Un tratamiento de las relaciones, su evolución, madurez y cambio personal de una profundidad y sensibilidad excepcionales. Para Carney las etapas de transición, traumáticas, de pausa, de dudas, de crisis, son las que definen la vida, en las que se vive de verdad, donde se madura, se crece y se evoluciona, donde más se siente. Ahí centra sus miras Carney, no le interesan las etapas posteriores y anteriores, salvo a modo de referencia, ahí encuentra el verdadero sentimiento, la autenticidad más exacerbada, la emoción desgarrada, nuestras emociones más genuinas, nuestra verdadera esencia y belleza, porque son momentos determinantes, a flor de piel, donde la vida es más pura porque se renace de la basura en la que nos sumimos, donde volvemos a valorar las cosas, a sentir la pureza, a ser inocentes de alguna manera. Todo vuelve a ser nuevo al ir de lo oscuro a lo luminoso. Las épocas rutinarias, acomodadas, tranquilas, equilibradas, donde damos todo por hecho, porque vamos como programados, anestesian los sentimientos en muchas ocasiones.


Es por ello que centra sus narraciones en estas etapas de sus personajes, como ya apreciamos en su maravillosa “Once” (2006), en “Viviendo al límite” (2001) o en “November afternoon” (1996).


Carney se descubre así como un cineasta reivindicador de las transiciones porque son las etapas donde se vive y siente realmente y porque ahí es donde nos transformamos y evolucionamos. ¿Qué mejor que la ciudad, la soledad, el dolor de la ruptura y la música para recrear todo esto?

Y esto es la música, la gran metáfora que usa Carney, ya que la música adquiere todo su sentido en la intimidad, en la reflexión, en la soledad, en la evasión, tumbados en la cama y dejándonos llevar por las melodías hacia nuestro interior, pasado o futuro. Es algo íntimo, aunque lo compartamos. La música se sublima cuando nos lleva a desconectar de la rutina vital y cuando se comparte nace la magia.





Esta etapa de tránsito viene también simbolizada por el metro, lugar donde veremos a ambos personajes en alguna ocasión. En una boca de metro se separarán Dan y Gretta tras su primer encuentro; veremos a los dos viajando en él; el amigo de Gretta, Steve, tocará en la boca de un metro, allí ella se derrumbará tras romper con Dave… Lugar simbólico de esa etapa de transición que están pasando los personajes.



A través de la música y su relación, ambos personajes lograrán liberarse de las cadenas rutinarias que los apresaban. Se conocerán a sí mismos y con la simbólica música serán más libres.

Complementación.

Como ya pudimos ver en “Once”, Carney se centra en parejas completamente complementarias, donde uno da al otro lo que le falta y lo que necesita. Aquí, en “Begin again”, ocurre exactamente lo mismo. Él es productor, ella es compositora e intérprete, ambos están heridos sentimental y laboralmente, juntos se dan lo que el otro necesita para recomponerse de las dos facetas.

Ella compone y toca, él produce, ella necesita un propósito, él alguien que le haga sentirse importante de nuevo, ella tiene el talento y el material, él la sabiduría para llevarlo adelante, los dos se sienten solos y desamparados. Él sabe vender el producto, ella tiene ese producto… Dos personas que se reconocen muy cercanas.

La química entre la pareja protagonista es perfecta, cuesta recordar algo así en una comedia romántica moderna. Sus vaciles, sus bromas, su sincera amistad que coquetea con algo más sin llegar nunca a consumarse. Una insinuación romántica que sólo queda en eso, en algo intangible e invisible, latente, efímero, vaporoso, pero sincero.




Su relación también pasará por distintas fases. Una vez el proyecto se ha afianzado y la amistad va desarrollándose, Dan y Gretta darán un paso más, se sincerarán y se echarán en cara sus lastres sentimentales y psicológicos, nos descubrirán sus traumas y explicarán de donde vienen sus baches y heridas. Esto sucede a la hora de película, el primer y único conflicto dramático, que será breve. La conclusión de esa escena es sencillamente mágica, con ese abrazo que ella le da a él por la espalda, con la cámara de Carney observándolo todo a discreta distancia. Un gesto entre dos personas temerosas, engañadas, que esperan que algo o alguien los rescate y que se han encontrado.



La suya es una relación de intimidad sincera, de confesiones románticas, de música vinculadora, de miedo por lo que está sucediendo… Aunque no terminen juntos ambos recordarán esa relación eternamente, porque fue la que les levantó, les cambió, les hizo renacer. Hilos musicales invisibles que los unirán para siempre. Una relación de amor/amistad digna de ser vista.


Sus miradas incontenibles cuando Dan se va con su familia de la fiesta, dicen más que cualquier discurso. Un amor real e imposible, o posible pero innecesario, una relación regeneradora, que aporta lo que debe aportar aunque no desemboque en algo más. Es de un romanticismo tan ambiguo y rico, tan intenso, que rinde al espectador.

La primera escena de la película, con la actuación de esa tímida cantante que iremos conociendo y que interpreta Keira Knightley, será mostrada tres veces desde distintos puntos de vista, dejando algunos de los mejores momentos de la película. Allí veremos como su actuación seduce a Mark Ruffalo, el único cliente de los presentes en el bar al que parece haber gustado su canción. No sabemos si ese hombre es un perturbado, un aficionado selecto de la música o un cazatalentos, pero aparece completamente entregado al talento de la chica.



El retrato y dibujo de los personajes es perfecto. Primero nos centramos en Dan (Mark Ruffalo), un desastrado productor musical de vida desordenada, levantándose para volverse a dormir, aseado de aquella manera (sensacional el detalle de las negras plantas de los pies), poco puntual y organizado, algo alcohólico, algo torpe, divorciado y un padre “regulero” de una adolescente… Su anacrónico coche es otro rasgo diferencial del personaje.




En este inicio tenemos planos discontinuos, es decir, que se usa un montaje que pega pequeños cortes en una misma acción para agilizarla, algo que viene de la Nouvelle Vague, por ejemplo la salida de su casa de Dan, que además transmite naturalidad con la caída del móvil. Intentará cazar algún talento en el radiocasete de su coche mientras va camino del trabajo… Volveremos a ver el uso de este tipo de montaje en las divagaciones etílicas y creadoras de Gretta junto a su amigo Steve, por ejemplo.

Esto es algo, esto está bien… ¡hasta que has empezado a cantar!





A Ruffalo le han adjudicado en esta película al doblador de Brad Pitt (Daniel García), lo cual le rejuvenece algo…





Dan es fundador de una compañía indie de música, pero la evolución parece dejarle fuera, por lo que se marchará amagando con hacer un Jerry Maguire. Su despido, su soledad, su situación familiar, harán tocar fondo a Dan. Llorará para desahogarse y beberá para coger fuerzas e intentar suicidarse… Es en ese momento, en el último instante, donde la música lo salvará. Es divertida la broma con los folletos religiosos que le dan en el metro al verle en esa situación.





Gretta (Keira Knightley) es una compositora indie sin visión del espectáculo, también en crisis sentimental al haber roto con su pareja, también músico. Es idealista, no le interesa la vertiente de espectáculo que tiene la música, su amor por ella es íntimo, sincero, auténtico. De hecho su primera conversación con Dan versará sobre estas cuestiones: la autenticidad y sinceridad del producto reivindicadas por ella, contra la visión de conjunto de él, que incluye lo superfluo, lo aparente. El conflicto entre dignidad e independencia artística con el aspecto o ambición comercial. Dan explica que para que algo auténtico llegue hay que saber vestirlo y venderlo, embellecerlo, la importancia del gancho comercial para llegar al mayor número de personas y luego dejar que “la música haga de verdad su trabajo”; mientras que ella sólo valora la esencia, que sin el impulso adecuado está destinada a perderse en el olvido o, mejor dicho, en la ignorancia y desconocimiento ajeno. Bob Dylan, Norah Jones, The Cardigans, Debra Harry, Carol King, Randy Newman… saldrán en dicha conversación. Especialmente divertidas son las reflexiones de Dan sobre la estudiada imagen de Dylan. Posteriormente habrá otras referencias musicales, como Leonard Cohen.





Ella es una artística pura e íntima, escribe y toca para sí misma, no le hace falta más.

Todo esto crea ese vínculo que vimos poco antes y que se mantendrá firme durante toda la película, ya que son dos personas que se complementan a la perfección.

Todas las conversaciones son visceralmente sinceras, pero nunca desagradables ni duras ni bruscas. Esa sinceridad y autenticidad es una de las claves del triunfo artístico de esta cinta. Así ambos personajes se sincerarán en esa primera conversación, pero será algo que también veremos en momentos posteriores y con todos los personajes. Dan le contará, abriéndose en canal, su situación sin escatimar detalle ni edulcorar nada, lo que ganará a Gretta. Allí también dará a conocer su atractivo currículum musical a la chica.

Ambos ven en el otro al complemento perfecto, un clavo ardiendo vital al que agarrarse. Ella puede volver a situarle en su trabajo. Él puede darle una carrera. Ambos ayudarán al otro a redimirse y hacer que se sienta útil de nuevo.

Ella quiere huir de Nueva York, siente que no tiene nada que hacer allí tras su ruptura sentimental.

Por tres veces llegaremos al momento esencial de la actuación de Gretta en el bar. ¿Por qué tanto hincapié en esa escena? Pues porque es el momento determinante en la vida de esos dos personajes, el inicio de la superación de ese momento de crisis, de transición, de pausa, el inicio de la recuperación de esas etapas que tanto interesan a Carney, como comenté al principio. En esa escena se conocerán los dos protagonistas, se producirá la proposición de trabajo y proyecto, se salvará Dan cuando lo veía todo perdido a través de la música y ella se sentirá valorada de nuevo.



La primera será con la escena inicial, cuando veamos la actuación acústica de Gretta. La segunda será desde el punto de vista de Dan, cuando llegue allí en el momento más dramático de su depresión y descubra ese talento en ciernes, descubriéndonos a nosotros también el suyo, añadiendo arreglos en su cabeza, en un momento mágico. La última cuando conocemos las circunstancias de la ruptura, ese pasado que creó la crisis en Gretta, y entendemos su dolor. Steve la llevará allí para intentar animarla un poco.








2 comentarios:

  1. Qué chulo!
    Aunq es extraño q haga dos veces la misma peli…
    Esa relación d amistad es digna de ser vista y vivida!!!
    Paralelismos…
    Esperando las siguientes!!
    Gracias!!!
    Bss,

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    Respuestas
    1. Es casi un remake, pero tiene sus diferencias. La cosa es que las tesis son las mismas jajaja.

      Gracias a ti, Reina. Besos.

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