Crítica: MONSTRUOS UNIVERSITY (2013) -Última Parte-

DAN SCANLON

 

La primera prueba, la de la carrera a oscuras, es uno de los momentos más divertidos de la película. La segunda, en la biblioteca, siendo divertida lo es menos que la anterior.

Art es un estupendo y divertido personaje que lamentablemente va de más a menos, acabando muy desaparecido y difuminado al final, un buen secundario desaprovechado. Squishy es otro personaje magnífico, entrañable, inocente y muy divertido, otro de los aciertos de la película. En la fiesta de las hermandades está francamente encantador. La madre tiene poco papel, pero es otro personaje sensacional, el momento donde la oímos escuchar Death Metal es sublime.

Hay varios homenajes, más o menos velados, a clásicos del cine. Tras el éxito de nuestros amigos en las primeras pruebas asistirán a una fiesta de integración donde serán humillados por la hermandad de los guays, en unas escenas que nos recuerdan a “Carrie” (Brian De Palma, 1976). En la parte final, cuando nuestros amigos huyen de la policía, hay un toque a “E. T. El extraterrestre” (Steven Spielberg, 1982), más que evidente.

 

Resulta algo extraña la actitud de la principal y más dominante hermandad con respecto a nuestros amigos. Son entendibles las burlas a los más débiles, así como ciertas crueldades, pero que pierdan el tiempo de esa forma intentando boicotearles en el juego cuando en principio no son un rival a tener en cuenta resulta absurdo, lo normal  sería hacerlo con un rival directo…

El caso es que la humillación en la fiesta mina la moral del grupo, surge la tentación de la rendición cediendo y aceptando su mediocridad. Muchas veces las limitaciones, la opinión de los demás, los fracasos… nos llevan a la resignación, a la decisión fácil de convencernos a nosotros mismos de que somos peores, mediocres, de que no podemos competir o situarnos al nivel de los otros, en vez de intentar superar esos límites, esas barreras o el nivel de esos otros sin mirar a nada más. Aquí veremos esa tentación en el grupo ante las burlas de los demás, pero finalmente optarán por la opción dura, la de luchar juntos… lo que les pondrá en situación de lograr la victoria. Finalmente se renuncia a la ley del fracaso, optado por la del triunfo.

Todo esto se relaciona con la tenacidad de un solo individuo. El trabajo en equipo se hace indispensable, especialmente evidente en la última prueba, pero la tenacidad de Wazowski para mantener al grupo motivado y esperanzado resulta clave. La fuerza de la individualidad y la diferencia como enseñanza, algo que se resalta aún más en la escena donde Wazowski lleva a sus amigos a ver a sus ídolos a “La Planta de Sustos”, aquella donde germinó su vocación. Allí todos compartirán sus sueños de infancia, el tiempo que dedicaban a las colecciones y a sus ídolos, el sueño que no deben olvidar para lograr el objetivo marcado o al menos luchar por él. Allí comprenderán de deben colaborar y sacar partido de sus múltiples virtudes individuales.

 

¡Vamos a colarnos en otro sitio!”

Las siguientes pruebas se superarán con solvencia, las primeras que se logran así. La tercera, donde hay que dar miedo a los niños, no a los adolescentes, y la cuarta, la invisibilidad, donde sus habilidades camuflándose serán sobresalientes. El entrenamiento y el esfuerzo, donde se aprecia la evolución de Sullivan de forma significativa, así como la creciente amistad de éste con Wazowski, reseñada en la compenetración que muestran al levantarse, por ejemplo, son claves en la confianza y los resultados.

La amistad entre Sullivan y Wazowski está mostrada y desarrollada con profundidad, de las iniciales desavenencias por sus diferencias a la aceptación y comprensión mutuas. Pero esto sería típico si no fuera por los gestos y matices de dicha relación, como ciertas pruebas por las que deben pasar, por ejemplo cuando Sullivan intenta hacer comprender sus limitaciones a Wazowski. Una sinceridad con tacto obligada en un amigo, aunque luego no remate esto diciéndole todo lo que piensa para no hacerle daño, llegando a manipular el resultado de la última prueba no ya por ambición o egoísmo propio, sino para satisfacer a ese amigo. Sullivan evoluciona y hace una trampa donde la generosidad prima más que el egoísmo. Finalmente no solo se sincerarán mutuamente sino que verán el auténtico potencial y nivel del otro, que en un principio minusvaloraron. El conocimiento mutuo eliminando prejuicios, juicios de valor y falsas apariencias… Un conocimiento que además de cariño hace ver y comprender mejor la verdadera naturaleza del otro, la verdad. Corregir errores, asumir defectos y limitaciones… algo nada fácil de conseguir y que implica gran madurez.

En la última prueba, con himno incluido, nuestros amigos darán el do de pecho. Don ganará su duelo, Terri y Terry cumplirán, Squishy se superará a sí mismo, Art decepciona un poco con su resultado y Sullivan al rescate situando al grupo en disposición de ganar. Decide Wazowski, que contra todo pronóstico vencerá, gracias a la manipulación de su amigo.

Comenté con anterioridad un plano donde Wazowski aparecía con su reflejo distorsionado en el trofeo, veremos lo mismo pero con Sullivan, el trofeo del devuelve una imagen desvirtuada por la trampa y el error cometidos.

La decepción lleva a Wazowski a querer probarse a sí mismo… Su fracaso le llevará a tener que asumir sus limitaciones, pero deberá aprender que eso no significa no ser especial. Esto fue por lo que pasaron sus amigos tras el ridículo y la humillación en la fiesta de hermandades comentada. Sullivan tendrá que llegar al rescate.

La sensación de fracaso, el peso de los errores, queda muy bien transmitido en el personaje de Wazowski. Un personaje acostumbrado a la soledad, confiado en su potencial, que recibe una bofetada de realidad. La soledad, que de alguna forma potenció su especial carácter y sus virtudes, debe dejar paso en esto a la amistad redentora, al apoyo y al sentirse valorado por alguien a quien apreciamos, que nos levante y cure de ese sentimiento en el que nos llegamos a cuestionar a nosotros mismos. Esto mismo lo logró Wazowski con sus compañeros, ahora recibirá la contraprestación con su amigo Sullivan.

Son muy interesantes los coqueteos, elementos y estética de terror por los que apuesta la película en ciertos momentos, de forma especial en el gran susto que planean Wazowski y Sullivan para salir del mundo real, el susto que les hará redimirse y recuperar la confianza en sí mismos. Esta estética es usada por Pixar muchas veces y con gran acierto, en ese conocimiento del mundo infantil que tienen en la productora y que no dejan de demostrar cinta a cinta. Recordemos que en “Toy Story 3” (Lee Unkrich, 2010) también se apostaba por elementos de terror en algún momento, por ejemplo.

Como en los personajes hawksianos, los dos protagonistas, que se han confesado sus debilidades el uno al otro, su sensación de fracaso y decepción personal y con respecto a los demás (Sullivan a su familia, por ejemplo), se redimirán dándose a valer, luchando por demostrar esa valía personal y profesional en la que creen, haciendo un acto que les devuelva la fe en sí mismos, la autoestima. Una evolución y comportamiento típico de los personajes de Howard Hawks. Esta relación con Hawks es habitual en Pixar. Personajes conscientes de su esencia, auténticos profesionales que encuentran en su actividad su auténtica razón de ser. Los juguetes de “Toy Story”, los coches en “Cars” (John Lasseter, 2006), los monstruos en “Monstruos S. A.” (Pete Docter, Lee Unkrick, David Silverman, 2001)...

El éxito, el mito, la leyenda… y la expulsión. El resto del grupo será admitido en el programa de sustos, pero nuestros amigos serán castigados, una infracción así no puede perdonarse, como es lógico. Esta decisión final deja momentos muy interesantes y alguno divertido, como el compromiso entre Don y la madre de Squishy. Recordamos que en la primera prueba Squishy pidió hacer una piña antes de comenzar, en la despedida la tendrá sin pedirla.

El punto más interesante de todo esto es la redención y giro del personaje más antipático en principio, el de Hardscrabble, que acaba descubriéndose como una auténtica mourinhista. Por supuesto deberá mantener la expulsión, pero aceptará al resto del grupo en el programa de sustos y tendrá una bella despedida de sus dos sorprendentes alumnos. Los elogiará, alabará y reconocerá sus méritos y talento, apostando decididamente por la ”meritocracia”.

“…Y señor Wazowski, siga sorprendiendo a la gente.”

No hay espacio para la aceptación de la  mediocridad, los personajes en Pixar siempre serán especiales por algo. Pasarán por procesos de madurez y conocimiento de sí mismos, de la humildad y la desorientación a la aceptación, pero siempre reconocerán su individualidad y lo que les hace diferentes y, por tanto, especiales.

Teniendo todo esto en cuenta, la descripción y desarrollo de los personajes, especialmente de Wazowski, el final no puede ser más coherente y lógico. Nuestros monstruos cogerán el camino largo y difícil, al ser expulsados de la universidad, pero lograrán su objetivo. La tenacidad, el esfuerzo, el carácter positivo, el sacrificio, los elevará desde lo más bajo, repartidores de correo, encargados de la limpieza, el comedor, los “conserva gritos”... hasta llegar al mundo del espectáculo y al equipo de sustos profesional. Un objetivo que no podía resistirse a Wazowski, acostumbrado a superar barreras, como la línea que cruzó de niño en la primera secuencia en la Planta de Sustos, y que ahora volverá a cruzar como profesional.

José Mota dobla a Wazowski mientras que Santiago Segura dobla a Sullivan.

Véanla sin complejos, no está en la cima de las producciones Pixar, es menos profunda, emocionante y ambiciosa, menos inspirada, pero hace pasar un buen rato como todas. Una cinta aventurera, divertida, ágil y entrañable.

 

Lee aquí la 1ª Parte del análisis.