Esta película británica dirigida por Thom Eberhardt sí que
supone una voluntaria y consciente infidelidad a la obra de Arthur Conan Doyle
y sus eternos personajes Sherlock Holmes y John H. Watson, el Dr. Watson, pero
que una vez asumida puede disfrutarse sin complejos de su propuesta.
Al contrario que las recientes cintas de Guy Ritchie esta
película sí respeta el tono, la estética y la atmósfera de la obra de Doyle,
pero le es infiel en el fondo. Las películas de Ritchie, como ya expliqué en su
momento, son muy fieles al fondo de la obra de Doyle, respetando los roles y
sacando partido a elementos presentes pero poco resaltados en la obra del autor
escocés. Curiosamente parece que el público asume y acepta mejor un tono al
que está más habituado, aunque se pervierta el fondo, que lo contrario, por lo
que se alzaron más voces “escandalizadas” con la supuesta infidelidad, que no
es tal, de Ritchie, que contra simpáticas propuestas como esta que sí lo son
decididamente.
Lo que aquí se propone, sencillamente, es que Sherlock
Holmes es un fraude creado por Watson, simple fachada que ayuda a vender una
imagen, ya que el verdadero talento detectivesco es el doctor, que quiere preservar su reputación para
salvaguardar su carrera de médico, por el qué dirán, porque no se vería bien su
afición detectivesca, lo que le lleva a valerse de la mencionada fachada. Estamos
ante una parodia del personaje creado por sir Arthur Conan Doyle en la que se
nos muestra un original punto de partida.
Grandes actores, grandes interpretaciones y una dirección
correcta, competente y sin alardes, esto es lo que ofrece esta agradable
comedia que desmitifica al gran detective y su ayudante… Sherlock Holmes.
Michael Caine interpreta al actor que interpreta a Sherlock
Holmes, mientras que Ben Kingsley es el genio deductivo Watson.
Watson es un brillante escritor que se ha hecho muy famoso
por relatar las aventuras de Sherlock Holmes, por lo que tendrá que contratar un
actor para hacer visible lo relatado, ya que no estaría bien visto que un
doctor tuviera como afición resolver crímenes. La imagen unida al fondo. Es buena la idea, porque en el fondo Watson se identificaría con el propio Conan Doyle, el verdadero detective.
Por supuesto todos los personajes clásicos aparecerán, como
el profesor Moriarty, el inspector Lestrade, la señora Hudson…
El caso consistirá en el robo de 4 planchas del tesoro para
la fabricación de billetes, obra, como no, del profesor Moriarty (Paul Freeman).
Hay mucho gag visual como recurso humorístico, el slapstick. Explosiones, caídas, torpezas… La figura de Michael Caine, borracho, mujeriego,
más bien limitado, aunque elegante… contrastando con la seria y recia de
Watson, brillante, inteligente, estricto… es uno de los recursos cómicos que
vertebran la cinta. Este contraste crea los evidentes conflictos que
desarrollan la relación de los personajes así como sus personalidades, creando
enredos, discusiones, diferencias, peleas, reconciliaciones y afianzando una
amistad.
Las bromas a costa de Lestrade (Jeffrey Jones) son
simpáticas, las discusiones y desavenencias entre Watson (Ben Kingsley) y
Holmes, que en realidad es Reginald Kincaid (Michael Caine), también dejan
algunos momentos destacados. Los gags físicos son efectivos en algunas
ocasiones y en otras hacen tambalear la consistencia de la propuesta, aunque
finalmente llega a buen puerto. En definitiva, hay momentos de humor hilarante
que despertarán la risa del espectador y en general la obra deja buen sabor de
boca.
A pesar del convencionalismo de la dirección, la
ambientación, el look visual y las interpretaciones hacen que todo funcione
con frescura y buen ritmo, logrando un producto aseado y divertido dentro de su
discreción. Con todo, hay lamentables fallos técnicos como micrófonos que
aparecen en encuadres de forma lastimosa, lo que da cierto tono de telefilm al
conjunto (lo que es), entre otras cosas.
Hay pocos rasgos estilísticos reseñables, más allá de algún
contrapicado para realzar la figura de los protagonistas en sus momentos de
mayor dignidad o éxito, poca cosa que mencionar. Un espejo ocultará el nombre de
la obra en la que participó Caine y será clave en la resolución del caso, un
espejo apegado al personaje con sentido simbólico, pura fachada que crece en
autoestima.
Escenas simpáticas como la investigación en la casa de los Giles,
con Holmes distrayendo a Lestrade mientras Watson investiga, o la del hotel en
Windermere, con Holmes borracho y colgado de la terraza, son grandes momentos de
humor.
Son buenas también las escenas en el puerto, con sabrosa
ambientación tanto de día como de noche, o todo el clímax final con las escenas
del teatro, que incluyen una lucha a espada para una buena mezcla de suspense,
humor e intriga detectivesca. Esa conclusión, con la lucha a espada en el escenario
y con Watson y la señora Hudson como espectadores fascinados, se antoja como
esencial en la tesis final de la cinta... La forma, representada por Caine,
dándose a valer en el escenario, símbolo puro de la apariencia, lugar de la
actuación, para resolver finalmente el caso, el fondo…
Hay más homenajes a Doyle con menciones a “El perro de
Baskerville”, por ejemplo, y se respeta la vivienda del detective, el 221B de
la calle Baker.
Michael Caine está impecable, como casi siempre, y muy
divertido en su rol cómico, y lo mismo podemos decir de Ben Kingsley, muy
acertado en su papel. Dos grandes interpretaciones de dos grandes intérpretes.
Si bien el punto de partida es original y divertido el
resultado global no acaba de convencer del todo. Aceptable ambientación de
época que no logra evitar del todo la sensación de estar presenciando una obra
televisiva. Buenos momentos de humor, aunque pueden llegar a provocar cierta
distancia en el espectador con respecto a la trama y la intriga de la película,
que es el otro punto de interés, pero en realidad la comedia tiene tanta o más
importancia que dicha intriga, con lo que el equilibrio resulta aceptable. La
trama detectivesca no es gran cosa, pero en líneas generales la película
entretiene y hace pasar un rato agradable gracias a sus puntos originales y las
grandes interpretaciones de Michael Caine y Ben Kingsley. Además la música
corre a cargo de Henry Mancini.
Finalmente “Sin pistas” acaba mostrándose como una divertida
reflexión sobre el fondo y la forma en la obra artística y en la vida, la
importancia de la una y la otra, su complaciente y satisfactorio matrimonio.
Sobre la vacuidad del éxito y la esencia del verdadero mérito. Una película
aprovechable.
Me encanta Michael Caine, y me gusta cómo los británicos consiguen esas atmósferas clásicas con ambientación y vestuario.
ResponderEliminarNo parece una mala peli por lo q dices, pese a ese micro!!! Jajaja!!
Entretiene, pues ole. Mucho más de lo q pasa con otras contas más pretenciosas q luego aburren, y aunq pervierte el fondo d la historia de Sherlock y Watson, la verdad es q parece simpática.
Me gustan las pelis q se refieren a esos personajes, o los telefilmes. Recuerdo un episodio de Star Trek q toma ese tema y fue muy divertido.
Gracias, Sambo, una peli para la lista de "me gusta" en cualquier tarde de domingo…
Un beso,
Pues estoy convencido de que pasarías un buen rato. Los intérpretes son excepcionales y la historia simpática. Dale una oportunidad.
EliminarSí, no hay que ser tan purista con esto, ¡¡¡con lo que se disfruta de esos juegos!!!
Un besazo.
LA PELÍCULA DE LA QUE USTED HABLA ES UNA FUTESA ENTRETENIDA QUE PASA POR SER UNA TRAVESURA CHUSCA. LA IDEA DE UN HOLMES QUE NO ES MÁS QUE LA FACHADA DEL AGUDO WATSON ES TOLERABLE, Y MÁS SI ESTÁ POR AHÍ CAINE HACIÉNDO DE LAS SUYAS. ADEMÁS, ME TRAE GRATOS RECUERDOS. PERO LOS ENGENDROS DE RITCHIE SON UNA PUTA MIERDA Y UNA OFENSA A CONAN DOYLE. A CUALQUIER AFICIONADO A LAS NOVELAS DEL GENIAL DETECTIVE TALES BAZOFIAS TIENEN QUE SENTARLE COMO UNA PATADA EN LOS MISMÍSIMOS: SON UNA BASURA QUE MANIPULA, PERVIERTE Y MANCILLA LA CUMBRE DEL GÉNERO DETECTIVESCO. AL TIPEJO ESE DEBERÍAN DARLE GARROTE VIL.
ResponderEliminarSIN MÁS, SE DESPIDE CON UN CALUROSOS ABRAZO,
M...