He comentado que durante la narración el director, Peter
Chelsom, usa en las escenas de transición planos acelerados de nubes, de
relojes, de coches por las carreteras, una forma de escenificar ese universo
propio, mágico, de cuento de hadas, en el que inserta a los personajes. El
primer plano de la película es, precisamente, así, un día acelerado y un reloj
por el que pasan las horas frenéticas.
Un tiempo indeterminado en un cuento de hadas que se
reafirma con la imprecisión de los carteles que marcan las elipsis temporales,
el inicial de “hace unos años” o el que aparece tras la separación de nuestra
romántica pareja que reza “unos pocos años después”, tras planos de distintos
relojes acelerados, como es habitual.
Tras esta elipsis una nueva grúa se asoma a una ventana del
Waldorf Astoria, como en el plano inicial, son secuencias de inicios similares.
Una cena previa a la boda de Jonathan, John Cusack… pero que no tiene como
afortunada a Sara (Kate Beckinsale), algo que el director evita mostrar de
forma algo artificiosa, como si quisiera que nos planteáramos la posibilidad de
que fuera Sara, aunque era previsible que no. Aquí se volverá a hablar del
destino… que unió a Jonathan con su futura mujer. Halley Buchanan (Bridget
Moynahan). Un nuevo eco.
Se presenta aquí a otro de los personajes que tendrán cierto
peso en la cinta, el amigo de Jonathan, Dean Kansky (Jeremy Piven), amigo
gracioso, aunque algo cargante en ocasiones. De hecho, va de más cargante a
menos, reconduciéndose de forma acertada según avanza la película.
Detalles.
“Serendipity” es una comedia clásica y aunque tiene muchos
detalles suele darlos mascados para que los capte todo el mundo. Así, el bello
gesto de Jonathan parándose en un puesto de libros de segunda mano callejero
para comprobar si encuentra el libro con el número de la chica que aún recuerda,
será especialmente recalcado. Hubiera sido de agradecer más sutileza, como de
pasada, pero se ve que son servidumbres obligadas. Lo importante es el hecho y
el momento en que se produce. A poco de su boda Sara sigue estando presente, es
el guiño definitivo al espectador, sigue recordando aquella tarde en Nueva
York. Es la perfecta forma de mostrar el estado del personaje, insatisfecho,
inseguro, con la futura boda.
La película así tiene una estructura lógica y sencilla,
primero se genera el vínculo entre los personajes, la semilla amorosa, para
luego separarlos, mostrarlos tiempo después en su vida cotidiana de forma
independiente, con sus respectivas parejas y compromisos, pero con el cebo
inicial en sus corazones que posibilite un reencuentro.
Sara trabaja como psicóloga en el Counseling Center, y allí
oculta su visceral creencia en el destino y su romanticismo exacerbado. Es cerebral
y cabal, así se lo demostrará al chico sensible y romántico que va a su
consulta. El chico contará una historia similar a la de Sara y ella intentará
evitar que se centre en cuestiones mágicas y el destino. Es un poco hipócrita,
aunque supongo que buena profesional. A Jonathan le pasará lo mismo, empieza a
recibir señales, referencias a Sara de forma indirecta o no tan indirecta, ya
que oye su nombre por todas partes, en la canción que escucha un ciclista, el
nombre de la peluquera...
Ecos. Siguiendo un rastro romántico.
-La mención al destino y las coincidencias como señales del
mismo son constantes, en cada inicio de secuencia se menciona, en el restaurante
“Serendipity", en la cena previa a la boda, en la consulta de Sara…
-En la primera secuencia oímos una mención de Cusack,
Jonathan, a unos palos de golf que le gustaría recibir como regalo, el golf
será un nuevo eco, ya que lo veremos en una instalación para practicarlo por
cuestiones de trabajo al tiempo que reacciona al nombre de Sara. Cuando ella llegue
a Nueva York recibirá publicidad sobre
la instalación donde vimos a Jonathan e irá allí.
-“La leyenda del Indomable” (Stuart Rosenberg, 1967), será
citada por Cusack como su película favorita y tendrá su eco cuando veamos que
Sara se cruza con un carel que la anuncia y se queda mirándolo.
-Sara y Eve volverán al restaurante “Serendipity”, y allí el
director tendrá un guiño con el espectador cuando a cámara lenta nos presente
al ansiado y buscado billete con el número de Jonathan, siendo metido en el
monedero de Eve.
-El juego con las constelaciones, Casiopea especialmente,
que Jonathan hace a Sara cuando ella se da un golpe con el hielo tendrá su
correspondiente eco al final de la cinta.
-”Serendipity”, el restaurante, será uno de los lugares que
volverá a visitar Sara en su regreso a Nueva York.
-El libro llegará a manos de Jonathan como el billete lo
hace a manos de Sara.
-La pista de patinaje que fue lugar del conocimiento y
seducción lo será también del reencuentro y confirmación del amor.
-Uno menos trascendente lo tendremos en la escena final, con
la pareja rememorando su encuentro en el centro comercial, comprando guantes y
encontrándose con el dependiente Eugene Levy.
-Por supuesto la película tiene estructura circular,
finalizando donde empezó, el mismo lugar y la misma época, la Navidad, como Dios manda.
El novio de Sara, Lars Hammond (Josh Corbett), se lo trabaja
mucho y es muy romántico, pero le falta algo, no acaba de rematar, le falta un
punto de tacto y encanto. En la presentación del chico, donde Sara recibirá su anillo de
compromiso, descubriremos que su sentido común y carácter cerebral era tan solo
fachada profesional, ella sigue siendo la romántica empedernida de siempre, que
cree en las señales del destino, cosa que preocupa a su novio al ver que el
anillo no le entra en el dedo… Hace bien en preocuparse.
Jonathan recibe señales y empieza a sentir que el tiempo
para cumplir su deseo, volver a encontrarse con Sara, se le acaba… Eso será lo
que le impulse a su búsqueda de todas las formas posibles. Hay que decir que en
toda esta primera parte él se muestra mucho más decidido a ese encuentro, ella
parece más ajena, aunque en realidad procura guardas las formas… como en el
trabajo.
Vimos que Jonathan sigue obsesionado con Sara y el libro,
mirando cada vez que puede en librerías si descubre el que contiene el
teléfono. Con Sara no vemos lo mismo, es como si procurará negarse a sí misma
esos impulsos, aunque los tenga. Jonathan recibirá la ayuda de su inicialmente
reticente amigo Dean para buscar el libro por todas las librerías de Nueva York.
Sara, por su parte, no reaccionará hasta apreciar ciertos gestos en su pareja.
Lo que nos queda claro en este momento de la narración,
especialmente a los más románticos, es que Jonathan no encontrará el libro,
sino que el libro llegará a él, manteniendo el clima de cuento de hadas.
De compromisos rotos.
La relación entre Jonathan y Halley está mejor llevada, todo
lo relacionado con Jonathan parece estar mejor cuidado, el intentar mostrar
diferencias en los comportamientos de los dos enamorados perjudica al personaje
de Sara. Ella es una chica estupenda y desde el guión y la dirección no se usan
coartadas para que nos resulte desagradable, para justificar que Jonathan
busque a Sara, es una buena chica sin más a la que su prometido dejará por
otra.
En cambio, con el novio de Sara, Lars, sí presenta ciertas
debilidades, falta de tacto y cierto egoísmo… Es cierto que también tiene otras
cosas buenas, quiere sin duda a Sara y es romántico, quizá esos matices busquen la sutileza, pero no suele darse mucho en la comedia romántica más
convencional.
Jonathan (John Cusack) y Halley (Bridget Moynahan) tendrán
varios momentos íntimos, uno de ellos será la mejor escena de la película, y en otro
comprobaremos las dudas e incertidumbres del chico y el enamoramiento de la
chica, que pedirá a su novio declaraciones de amor, esas cosas femeninas tan
sui generis, de las que la campana, o el aviso del horno, salvará a nuestro
protagonista.
La relación entre Jonathan y Halley acaba resultando cruel,
pero que no se remate y se olvide al personaje femenino es uno de los defectos de
la cinta, como comentaré. Hay bastante crueldad en lo que rodea a esta
relación, un primer detalle lo tendremos cuando un momento íntimo de la pareja
quede interrumpido por el avisador del horno y Jonathan encuentre la bolsa con
el guante que se quedó el día que conoció a Sara. El gesto de olerlo,
fetichista, mientras su novia pasea por detrás, es significativo, porque el
espectador se identifica con Sara, quiere que Jonathan la encuentre, pero si se
pone por un momento en la piel de Halley, los matices y aristas comienzan a
surgir.
Con todo, la motivación que mueve a Jonathan para buscar a
Sara está por definir, quizá deseo, quizá una mágica sensación poco definida
que quiere saciar, quizá insatisfacción…
Lars y Sara (Kate Beckinsale) presentan otro tipo de relación, aquí es un poco
ella la que parece ir detrás de él, un músico de cierta fama en su extraño
estilo exótico. Las servidumbres del éxito y el trabajo tienen algo despistado
al chico, lo que acarreará ciertas decisiones egoístas y descuidar a su chica
antes de la boda. Sara lo mira libidinosa, casi lasciva, mientras lo ve actuar,
pero esos comportamientos parecen despertarla de un sueño en el que parecía
querer sumirse. Esto nos lleva a una reflexión sobre Sara, quizá no sienta lo
que cree que siente por Lars, sino que su relación es consecuencia de la
negación, se niega a sí misma y a sus creencias en el destino, con lo que su relación
con el músico tendría más de fachada con la que blindar esos impulsos que otra
cosa, como la vimos hacer en su trabajo. Sara huye en cierta medida de sí
misma, no es sincera con ella misma y usa fachadas y coartadas, el trabajo, su
pareja, para no entregarse a lo que quiere de verdad. Es miedo a su excesivo
romanticismo.
Dedicada a Nora, espero que le esté gustando.
"Cosas femeninas tan sui generis" jajajajajajajajajaja!!!!
ResponderEliminarRazón no te falta!!!!
Me ha gustado mucho esta segunda parte, tu explicación de los detalles es especialmente interesante. Me fascina (como en la primera) la cuestión del tratamiento del tiempo. Y me he reído con lo de la constelación y con lo del fetichismo! (Me vería el director por un agujerito?).
No me gusta esa previsibilidad de la estructura, aunq supongo q funciona si la emplea, ni q la Navidad se utilice como sinónimo de "todaslascosasfelices". Pero eso es otro asunto.
Esperando la última.
Y confesando q sí, q mi zona romántica del corazón, esa q acallo para q no me meta en líos, tenía ganas de una peli de amoggg.
Sambo choices wining ever.
Besos!!
Me encanta porque pillas muchos de los matices y bromas, esta parte da para analizar a las dos parejas y los pareceres de los protagonistas, que resultan interesantes.
EliminarEsas cosas en la intimidad, que fuera de contexto pueden resultar ñoñas o ridículas, pero que cuando ocurren tienen sentido y resultan maravillosas. Más que previsibilidad es orden, no es excesivamente incómodo, sólo respeta las convenciones. Y yo es que adoro la Navidad jajaja.
Besos, Reina.