Linklater cierra con esta película la trilogía de “Antes
del…” que por derecho propio pasa a ser considerada una de las más brillantes
de la historia del cine y en lo que al tema de las relaciones de pareja en
concreto se refiere, la mejor. Un referente absoluto, un testamento. La evolución, proceso
y desarrollo de esta historia de amor entre Céline y Jesse…no tiene parangón. Deslumbra
en cada episodio por igual profundizando en los altibajos del amor, de las
relaciones y en los procesos y resortes de los mismos, madurando su evolución
de una forma tan lúcida y natural que la hacen universal. En esta trilogía, no
planificada, vemos el proceso del enamoramiento, producirse ante nuestros ojos,
entregados a la pasión y al momento en “Antes del amanecer” (1995), la constatación de
dicho amor, asumiéndolo con madurez, apostando por el compromiso y la
estabilidad en “Antes del atardecer” (2004), para llegar a la madurez de sentimientos,
los deterioros, problemas de convivencia y amor estable de esta “Antes del Anochecer”.
Todo con una naturalidad y realismo, que sentimos casi físicamente, que nos hace notar como el amor
surge y crece, se materializa ante nuestros ojos.
Una progresión y evolución que seguramente de haber estado
planeada no habría salido tan perfecta.
En “Antes del amanecer” se habla continuamente del futuro,
es lo más apetecible, la iniciativa, las ilusiones, el compromiso, la
esperanza, todo es inquietud y curiosidad, la que sienten los dos personajes
por el otro, por sus opiniones, sus palabras, sus gustos, todo... que acaba
desembocando en un irremediable enamoramiento. El proceso de seducción, mutua,
transcurriendo frente a nosotros. La presencia del tren no es nada gratuita, es
el trayecto, el viaje, el inicio de la maduración, del descubrimiento, el
proceso.
En “Antes del atardecer” la cosa ya ha cambiado. Ya están
más establecidos, tienen un pasado, recuerdan su encuentro, pero eso no evita
que sigan mirando al futuro aspirando a algo mejor, a poder estar juntos una
vez se han reencontrado, como así sucederá. Su mirada es alterna, miran con
esperanza y deseo el futuro, no de forma idealista como en la primera parte,
pero sí positiva, a la vez que deben asumir sus decisiones pasadas, unas buenas
y otras malas, donde el desencanto no tiene cabida o si la tiene es subsanable,
por ejemplo dejándolo todo para estar juntos. Es por ello que verles en barcos
o pasando a través de puentes tampoco es gratuito, están en una época de
transito, de cambio.
En “Antes del anochecer”, la cinta que nos ocupa, ya no se
mira apenas al futuro, están completamente tranquilos y acomodados, establecidos, es
por ello que durante toda la película oiremos referencias al pasado, a la
anteriores películas, pero también a recuerdos de todo tipo, históricos y
personales, el pasado cobra vital importancia, está más presente que nunca en
la trilogía, como iré señalando. ¿Qué es del futuro? El futuro, al contrario de
lo que ocurría en las anteriores se ha transformado, apenas se habla de él,
pero cuando aparece, tímidamente, resulta una amenaza. Primero será una vaga
mención y conforme avancemos en la narración se irá haciendo más tangible, la
posible decisión del cambio, de regresar a Estados Unidos para estar más cerca
del hijo de Hawke, acaba perturbando a esa pareja que ya ha alcanzado el futuro
pretendido y ahora todo cambio es recibido como una amenaza. Los objetivos aparecen
cumplidos y las dudas sobre cambios siempre se resuelven de forma conservadora.
Finalmente conseguirán el equilibrio anclando sus decisiones en su propio amor,
por encima de cualquier otra consideración.
Por lo demás esta cinta ofrece lo mismo que las anteriores,
encanto, romanticismo, profundidad y mucha sinceridad, autenticidad en
celuloide. Paseos larguísimos y eternas conversaciones, con un matiz con
respecto a las anteriores cintas. En las dos primeras las conversaciones son
siempre de pareja, exclusivamente, aquí la parte central, el segundo tercio,
los separa y los veremos charlando con otras personas, del mismo modo que todo el grupo se reunirá en una agradable comida para una memorable escena de
diálogos sobresalientes, como expondré más adelante.
Padres.
De hecho la película se inicia con una conversación
padre-hijo, Jesse Wallace (Ethan Hawke) y Hank Wallace (Seamus
Davey-Fitzpatrick), un cambio de pareja dialogante. Descubrimos en nuestro
viejo amigo Jesse a un padre entregado y abnegado. Resulta curiosa la
actualización del relato, donde se mencionan las nuevas tecnologías de forma
constante, los móviles, el Skype, facebook, los videojuegos… Consejos e
incentivación cultural por parte de Hawke. Si algo han tenido las películas de
“Antes del…” han sido conversaciones culturales y reflexiones filosóficas,
siempre presentes y como vehículo de seducción incluso. Resulta agradable ver
como el ahora padre Jesse trata de transmitirle esa pasión cultural a su hijo,
le animará a seguir con la música y a participar en deportes de equipo, aunque
tendrá que adaptarse a los gustos y preferencias del chaval. Como es lógico
todo esto será rodado con uno de los rasgos y señas de identidad de la
trilogía, con los personajes paseando y largos y sostenidos travellings
siguiéndolos.
Se nos sitúa así en las nuevas circunstancias vitales de los
personajes. Jesse está separado, tiene una mala relación con su ex mujer y
madre de su hijo y sigue junto a Céline (Julie Delpy), con la que tiene dos niñas
gemelas, lo que nos confirma que
el final de la segunda parte llegó a buen puerto. El hijo de Jesse es muy maduro, consciente de su entorno y prometedor
intermediario en las relaciones de la ex pareja.
Es interesante ver aspectos nuevos de los personajes, por
ejemplo la inseguridad paterna, Jesse quiere acercarse a su hijo, un vínculo
afectivo grande, lo desea y necesita, algo acuciante debido a la lejanía y
circunstancias, ya que vive alejado de él. Su sonrisa al oír de su hijo que ha
pasado el mejor verano de su vida junto a él, es uno de esos pequeños gestos que
hacen tan grande a esta trilogía. Luego además sabremos algunas de las razones
por las que ese verano marcó tanto al chaval.
Así nuestros románticos protagonistas se han convertido en
maduros y responsables padres que tienen menos tiempo para ellos mismos, para
cuidar su relación, aunque afortunadamente podremos disfrutar de algunos de sus
momentos en soledad. Esto también está muy bien tratado, se comentará que hace
tiempo que no están a solas para divagar en pareja, coquetear entre ellos,
conversar sobre lo divino y lo humano, obligados por las responsabilidades. Por
ello los veremos hablando en grupo o separados con otras personas en ocasiones,
como he comentado. Cuando encuentren un momento íntimo, para pasear
agradablemente, lo disfrutaremos casi
tanto como ellos, aunque las responsabilidades que van llamando a la puerta y
el omnipresente pasado terminarán por generar crispación y tensión entre los dos.
Hay un marcado conflicto entre romanticismo y responsabilidad.
Un travelling seguirá a Hawke desde la terminal donde deja a
su hijo hasta el coche donde descubrimos en qué situación se encuentra su
relación con nuestra deseada Céline. Un travelling en soledad.
La sensación de pérdida en la mirada de Hawke al ver irse a
su hijo y ese travelling en soledad en su regreso al coche junto a su mujer y
sus hijas, ejemplifica este conflicto entre responsabilidad y romanticismo. No
podemos evitar recordar al Hawke seductor que paseaba para conquistar a Delpy,
que ahora pasea con la cabeza llena de sentimientos y preocupaciones paternas
hasta llegar al coche. Pensamientos que rondarán continuamente su cabeza e irán
apareciendo para desencadenar el gran conflicto entre nuestra pareja.
El pasado omnipresente, el tiempo y Grecia.
Un detalle magnífico es que en una historia donde el pasado
tiene tanto peso, tanta importancia, aunque sea de forma sutil y sobre una
pareja con tantas inquietudes culturales, se ambiente en Grecia, cuna de la
cultura occidental de glorioso pasado.
-En el coche Delpy recordará a sus padres, así como hablarán
del hijo de Jesse y el verano que acaban de pasar. Del mismo modo renunciarán a
ir a ver las ruinas, testigo silencioso del progreso y símbolo perfecto de la
importancia que el pasado tiene en la cinta. En ninguna de las dos películas
anteriores nuestra pareja hubiera dejado atrás las ruinas, hubieran ido a
verlas como prioridad, pero han dejado atrás esos intereses de forma
prioritaria, como dejan atrás las ruinas físicamente.
-Los amores pasados, si fueron el primer amor del otro entre
bromas y risas, serán también recuerdos en esa conversación en el coche.
-En la conversación que mantienen los hombres al principio
de la película, cuando Hawke comenta sus ideas para una nueva novela, uno de
ellos mencionará el tiempo como tema principal a lo que el protagonista expone.
Hawke matizará que es más bien percepción. Tiempo y percepción. Como esta misma película, tiempo y puntos de vista que van variando.
-En la comida de parejas iremos al pasado en muchas
ocasiones, muchas veces contraponiéndolo a un futuro lejano, inspirado por las
nuevas tecnologías y cómo influyen o facilitan éstas las relaciones modernas,
personalizado en la pareja más joven. En otras ocasiones recordaremos, por
ejemplo, cuando se enamoraron Célinie y Jesse hace 18 años, aquel momento que
presenciamos y tanto disfrutamos. Un momento mágico y sensacional. De igual
manera se referirán al segundo encuentro, el definitivo para su relación, el
que los comprometió, el otro mágico momento que disfrutamos en la segunda película.
Un reencuentro al cabo de 10 años.
-Cuando Céline y Jesse paseen a solas, él relatará una
historia sobre una carta escrita con 20 años a su yo de los 40. Esta pequeña
historia tendrá su eco a la inversa en la escena final. Una vez más el
tiempo, el pasado y la percepción cambiante… Quizá no cambiamos
tanto.
-En esta misma escena se mencionará la muerte de la abuela
de Jesse (Ethan Hawke), lo que llevará a un nuevo recuerdo, sus 74 años de
matrimonio, cómo cuidó a su familia, su cambio de humor tras la muerte de su
marido, una vez más un amor eterno…
-Jesse también recordará los momentos de independencia,
antes de tener responsabilidades y después de dejar a sus padres, junto a sus
amigos. Céline por su parte recordará una película de los 50 que vio cuando era
joven, sobre Pompeya.
-Nuestra pareja reflexionará directamente sobre el tiempo,
nuestra relación con él, cómo exigimos velocidad en la juventud y pausa en la
madurez.
-Céline y Jesse visitarán una capilla bizantina de unos 1000
años, con imágenes de Santa Eulilia, patrona de la vista.
-La historia que Céline cuenta sobre su amigo con leucemia
incide en la relatividad del tiempo, la obsesión que nos atenaza cuando lo
tenemos aparentemente ilimitado y su goce y disfrute cuando lo sabemos breve, sacándole
partido a todo.
-La poética escena donde vemos a la pareja observando la
puesta de sol también se relacionaría con ese tiempo que se escapa, con ese
momento que se debe disfrutar, con ese amor eterno que no lo es tal, sólo lo es
mientras “estamos de paso”. Su cara de satisfacción, casi emoción, mientras
ella dice “sigue ahí”, su paulatino cambio, cada vez más decepcionado por la
marcha de la esfera solar, y su tristeza final cuando “se ha ido”, como si de una vida que se extingue o el amor que desaparece se tratara, son detalles maravillosos. Una
vez más el tiempo, aquí como presagio del conflicto que se avecina. Pero no os
preocupéis, Céline y Jesse, ese sol que se fue mañana vuelve a salir. Sí, aquí
veremos el día, el atardecer, la puesta de sol y la noche.
-En la discusión final el tiempo y el pasado, así como el
futuro en cierta medida, serán claves. Al estar a solas y sin pasear, los
conflictos surgen, la vaga posibilidad de un cambio en el futuro (mudarse a
Chicago) es la excusa perfecta para que se inicie una batalla campal con
acusaciones mutuas y referencias al pasado.
-El pasado, el pasado, el pasado, la dura conversación de la
última parte de la cinta tendrá infinidad de referencias al pasado de la pareja,
el pasado enquistado.
Hay un toque a Woody Allen y también a Bresson en la
dirección. Las eternas discusiones, los largos planos secuencia, las relaciones
de pareja... nos remiten al bueno de Allen, así como la dirección en los
interiores, con planos sin nadie en escena, nos llevan a Bresson, si bien Allen
también los usó mucho.
Tendremos nuestra primera sesión de gustosas conversaciones
de nuestra pareja protagonista en el coche, con un larguísimo plano sostenido
frontal donde el aburguesamiento, los hijos y la frustración laboral serán algunos
de los temas que se traten. La naturalidad y la exposición de lo cotidiano es
uno de los grandes rasgos distintivos de la cinta y de la trilogía en general.
Un ejemplo de esa naturalidad lo tenemos al ver a Jesse (Ethan Hawke)
comiéndose la manzana de una de sus hijas. El gag será rematado al final de la
secuencia, todos los detalles cotidianos, por nimios que sean, cobran en la
cinta importancia capital. Por ello les veremos comprando, jugando al fútbol,
paseando, comiendo, preparando la comida, cogiendo tomates, charlando
distendidos, acostándose…
Los amores veraniegos del hijo, clave para que ese verano
fuera el mejor de su vida, sus besos y confidencias con su madrastra… serán el
inicio que dé pie al conflicto en la pareja. Es interesante observar la
confianza del hijo de Jesse con Céline, desmitificando a las madrastras, la
llamará siempre a ella, las dos ocasiones en que lo hace así será.
En la posibilidad del cambio de trabajo de Delpy observamos
esa transformación del idealismo a la practicidad, la forma en la que este trío (Hawke,
Delpy y Linklater) hacen evolucionar todo con tanta naturalidad, profundidad y
sensibilidad es asombrosa.
“En este mundo si te duermes fracasas”.
“Tengo 41 años y sólo te he amado a ti”.
“Tengo 41 años y sólo te he amado a ti”.
Relatos.
Todas las películas de “Antes del…” son cintas de relatos,
dos personajes contándose historias, muchas historias, aquí habrá muchos
recuerdos, guiños metalingüísticos y relatos inventados.
-La historia de la gata Cleopatra y los gatitos que tuvo a
los que mató su padre, incide en esa idea de fin de la inocencia y el
idealismo, una bofetada de realidad que estaría acorde con la situación de esta
nueva entrega. Del idealismo entregado de la primera y el esperanzado de la
segunda, pasamos a la realidad de la responsabilidad. De nuevo el conflicto romanticismo-responsabilidad.
-Los relatos que tiene pensados Jesse para una nueva obra,
con personajes con alguna anomalía cerebral que les hace ver la vida desde un
punto de vista muy particular relacionado con esa anomalía (una mujer que vive
un eterno déjà vu; uno que no puede reconocer a nadie; otro que reconoce a todo
el mundo que se ha cruzado con él; la aportación del amigo de Jesse, el anciano escritor
“mementófilo”…).
-La historia de la abuela de Jesse, la de los amigos de
nuestro protagonista cuando era joven, la película de los 50 que relata Céline…
durante el paseo de la pareja. Jesse contará la preciosa historia de sus abuelos
a raíz de la muerte de su abuela. Céline contará otra historia sobre un amigo
suyo con leucemia. También nos hablarán de algunos de sus sueños donde leen
libros, atraviesan paredes y tienen orgasmos...
Maravillosa primera crítica de una estupenda película
ResponderEliminarMuchas gracias Anónimo, a ver si mantenemos el nivel! Un abrazo.
EliminarYa sabes que me encanta está trilogía de los "Antes de..." su naturalidad, sencillez y complejidad al mismo tiempo. Adoro las tres películas. Una primera entrada magnífica. A la espera de las otras partes.
ResponderEliminarSé que la adoras mi admirada Naiara, todo romántico de bien debe hacerlo jejeje. Un abrazo muy fuerte y a ver si las siguientes te gustan también.
EliminarPues voy a quedar como una ijjjnorante pero no he visto ninguna; habrá q poner remedio un finde largo.
ResponderEliminarPor cierto, Santa Eulalia es la copatrona d BCN, patrona d los pucapedreros
Y amas d casa. La patrona d la vista es Santa Lucía…
ResponderEliminar:-)))
Dicen Eulilia, no Eulalia, al menos eso escucho, y comentan que es de la vista. He buscado y no he encontrado nada, pero es lo que dicen ellos jeje
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