Interesante y sobrevalorada película que adquirió gran
prestigio en múltiples concursos que la premiaron, que recibió una nominación
al Oscar en la categoría de Película de Habla no Inglesa y que consiguió el
beneplácito de crítica y público. Una cinta belga que carece de la enjundia que
pretende aparentar detrás de su dramática historia, pero que lo camufla con una
aceptable dirección y estética indie además de por las desgarradas
interpretaciones de sus dos protagonistas, Veerle Baetens y Johan Heldenbergh.
Su alegórica concepción, con mucho simbolismo y metáforas que buscan rebajar la
intensidad dramática de la historia, no resulta lo más afortunado, pero dota de
poesía al conjunto de este sobrecogedor drama.
Una película que no define el tono, quedándose a medio
camino entre la poética y la crudeza, además de perder el foco con repentinas irrupciones
discursivas anticlericales.
Elise y Didier se conocen y siente un flechazo instantáneo.
La vida parece sonreírles y entre tatuajes y actuaciones Country tendrán una
hija. Todo se truncará cuando a la pequeña le detecten un cáncer de médula con
6 años.
Fragmentación.
Este recurso de la fragmentación narrativa es, generalmente, gratuito, como es el caso que nos ocupa. Un defecto poco significativo, pero
ejemplo perfecto de lo mencionado, recursos que simulan una mayor trascendencia
en una historia que no la tiene. Pretende aligerar la historia, darle
dinamismo, mezclando tonos, como en la vida misma. Nada más.
Tras oír cantar a Didier (Johan Heldenbergh) y su grupo de
Bluegrass, en lo que sería la actuación donde se creó el vínculo con Elise (Veerle
Baetens), iremos a 2006 en Gante. El hospital donde se encuentra la niña,
fragmentando la narración.
Siguiendo con esta narración caleidoscópica que nos lleva de
pasado a futuro indistintamente, viajaremos de 2006 a 7 años antes, para
conocer la vida de esos dos futuros padres.
En un primer momento la fragmentación nos llevará del
hospital en la fase de tratamiento a flashbacks donde veremos el inicio y
desarrollo de la relación entre Didier y Elise. Quimioterapia de dos semanas y
vueltas al hospital a ver resultados.
De la curación del chico que compartía estancia en el
hospital con la niña, iremos en flashback al sexto cumpleaños de la cría,
disfrazada de su estrella musical favorita, y posteriormente a los primeros
síntomas: Sangre en los dientes, cansancio, moretones en los brazos… y música
triste. Un momento muy cruel ese instante con la curación de ese niño y la
enfermedad creciente de esa niña.
Flashback para el día que se conocieron y citaron para el
concierto que vimos en la primera escena. Elvis Presley, Bill Monroe, Hank
Williams... saldrán en la conversación.
Sí sirve esta fragmentación para lograr una estructura
dramática efectiva y creciente, donde los momentos positivos se van minimizando
según vamos al pasado más ocasionalmente y los momentos felices comienzan a
escasear. Todo se va haciendo más oscuro. De los últimos momentos alegres será la boda informal
y musical de la pareja.
Actos de amor y alegorías varias.
Las alegorías y metáforas de distinto tipo que buscan
poetizar la narración, reducir el impacto dramático y enriquecer la cinta en
suma, funcionan irregularmente. Especialmente en la parte que versa sobre la
enfermedad de la niña. Hay buenas ideas y detalles pero en la mayor parte de
los casos caen en la sensiblería y la cursilería.
-Entre los aciertos está esa forma de manifestar ideas o
sentimientos a través de actos, no de palabras. Un primer ejemplo lo tenemos
con ese dibujo que Elise hace a la furgoneta de Didier, otro tipo de “tatuaje”,
ya que él no quiere hacerse ninguno en el cuerpo. Es una forma de aceptación
(respeto a sus gustos), y de entregarse a sí mismo, regalándole algo muy suyo.
Un vínculo.
-Didier contestará al anuncio de su futura paternidad con
hechos. Primero su frustración, luego volverá con compras para crear un hogar.
Actos sustituyendo palabras.
-Elise juega con un mechero cada vez que se sienta tensa,
frustrada o insatisfecha.
-Muchos animales aparecen durante la narración de manera simbólica,
vinculados a la vida de esa familia: Caballos que simbolizan la libertad; el
potrillo y el nacimiento; vacas para el establecimiento; el tigre que se pinta
la niña en la cara para la valentía; la mariposa que se pinta su madre para la transformación
que la asolará; el osito de peluche como protector; las gallinas y el miedo; el
pájaro y la muerte y la espiritualidad… La cruz y sus apariciones también serán significativas, sobre todo portada por Elise, que es creyente.
-En uno de sus encuentros sexuales, en una furgoneta, quizá
cuando concibieron a la pequeña (el primer plano en la escena siguiente será
la embarazada barriga de Elise), en plena cabalgada, Elise enseñará un tatuaje a
Didier, un arma con el nombre de su amado. Otro gesto significativo que él
comprende en todo su valor. Un vínculo sellado, una declaración de amor
completa. Al final veremos el mismo tatuaje tapado… Otro acto simbólico.
Ruptura. Separación.
-Didier pondrá a su guitarra el nombre de su hija, Maybelle
(supongo que en honor a Maybelle Carter). Si la música es la mejor forma que
tiene de expresarse, su nombre en la guitarra es especialmente significativo.
Un espíritu inspirador que de alguna forma atenta a sus postulados racionales.
-La historia de la estrella y su luz eterna, que Didier
cuenta a su hija, es una historia tan científica como romántica, que marca un
contraste con sus pensamientos y define la propia experiencia de la pérdida de
su hija.
-El porche acristalado y todo lo que sucede en torno a él
será muy simbólico y demasiado sensiblero. La muerte de un pájaro supondrá la
asimilación de la muerte para la niña y su padre. Aquí, en esa conversación
entre padre e hija, es cuando intuimos que Didier no es creyente. Su hija sí
muestra deseos de creer.
Tras un cristal, Elise verá un pájaro al que seguirá, uno
como el que vio muerto su hija (un cuervo negro), un pájaro que se volverá a
vincular con la muerte, ya que esa escena se encadena con la del intento de
suicidio de la propia Elise.
Ese pájaro que Elise sigue, la inspirará para poner unas
pegatinas de halcones en el cristal del porche, para evitar los accidentes de
los pájaros. Su intención provocará una gran fractura en la pareja, ya que
Didier entiende que no lo hace por mera practicidad, sino por creencias, la de
que un pájaro contenga a su hija de alguna forma.
-Cuando Didier hace el gesto de dejar de conducir parece una
entrega voluntaria al destino. Acto seguido veremos líneas discontinuas, hasta
que finalmente vuelve a ser continua, momento del corte de la secuencia. La
vida y sus altibajos, sus momentos oscuros y sus inflexiones… pero hay que
seguir.
-Elise saldrá de su cuerpo a darse un paseíto, otro recurso
alegórico que resulta gratuito.
-El último plano de la película escenifica una redención y
una reconciliación. Es un último tatuaje en la piel de Elise. Alabama Monroe,
en honor a los nuevos nombres de ella y Didier. Un nuevo estadio, otro paso en
el adiós. Un tatuaje que se hizo antes de morir, una reconciliación
escenificada con un hecho simbólico.
Con ese acto, Elise muestra su intención de alcanzar la paz,
sellar su amor, aunque no soporte vivir.
Didier se comunica con su música, mientras que Elise lo hace
con sus tatuajes.
Música redentora, expiadora.
La música, la banda sonora centrada en temas Bluegrass, es
uno de los grandes alicientes de la cinta. Como suele ser habitual se usa para
exponer los sentimientos de los personajes, una manera de exorcizar demonios,
expresarse o liberarse. A través de ella se crearán vínculos, se conseguirán
perdones o redenciones o sencillamente se expresarán emociones.
-La película se inicia precisamente con una canción, un
grupo en un escenario donde un zoom se centrará en uno de los componentes,
acercándose poco a poco, en el centro. Nuestro protagonista. Es la primera vez
que Elise ve actuar a Didier, el primer vínculo, el enamoramiento.
-Didier explicará lo que la música supone para él mientras
cuenta sus historias y orígenes. Una evasión, una salida para el dolor. Por eso
será clave para él en los peores momentos. Entre intimidad y confidencias
cantará a su amada, que llegará a sumarse al grupo en el culmen de la
complicidad.
-En reuniones de amigos también cantarán, cantos a la
felicidad, la distensión y ese amor naciente.
-Preciosa es la escena del recibimiento que el grupo de
Didier dedica a la pequeña a su vuelta del hospital, todos con pañuelos en la
cabeza y mucha música.
-Intenso y sentido himno en el entierro de la niña, soltando
toda la furia que se lleva dentro en montaje paralelo. Música expresando
sentimientos.
-Música habrá también para un momento feliz, contraste con
el anterior. La informal boda de la pareja. Se esmeran por ser alternativos,
aunque no deja de ser un compromiso.
-Una vez Elise ha pasado a llamarse Alabama tendremos la
última actuación de la pareja en un escenario. Él la buscará con la mirada,
ofrecerá sus manos, que son firmes y decidas, en contraste con las de ella,
retraídas, pero nada funcionará cuando toque fondo en su ira y frustración ante
todo el público. Todo acontece al son de una hermosa balada.
-La escena de la despedida final, cuando tras una reflexión
en soledad Didier decide dejar marchar a su amada en coma, será también
musical. Un tema instrumental y sentido que da una alegre despedida hacia el otro
mundo a Elise. Digo otro mundo porque Didier lo acepta en su último susurro al
oído.
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