“Como entrenar a tu dragón” es una de las mejores películas
Dreamworks, una cinta de animación sobresaliente (no sé porque no le puse la
máxima nota en el blog, cualquier día la cambio), que nada tiene que envidiar a
los mejores títulos Pixar.
La infancia, la madurez, el conocimiento como solución y
elemento indispensable en el progreso, la civilización y el entendimiento, la
soledad como proceso de crecimiento, la amistad y su desarrollo, las difíciles
relaciones paterno-filiales, el miedo como causa de desconocimiento, prejuicio
y violencia… Todo esto se desarrollaba de forma impecable en la primera parte
de esta saga, con una narrativa depurada, tranquila y clásica. Perfecta.
La segunda parte se planteaba como desarrollo de todo eso,
expansión del universo de los dragones y evolución del protagonista, al
que seguiríamos en su crecimiento: de la infancia que adquiere madurez de la
primera a la adolescencia responsable en esta segunda.
La decepción ha sido bastante acusada, ya que la película no
está al nivel en ninguno de los aspectos, dejando sólo momentos fugaces de
talento que recuerdan a la anterior entrega, recurriendo a artificios para
crear una trama aventurera que fluía de forma natural en la primera parte y a
aspectos culebronescos en lo familiar relacionados con el protagonista
Hipo.
Hipo quedaba definido en la primera parte, e incluso
desarrollado, los elementos que se añaden se antojan forzados, poco
interesantes y concluyentes para una evolución que trata de escenificar la
asunción de responsabilidades del adolescente.
No es una mala película, pero queda claramente por debajo de
la original.
Han pasado 5 años desde lo narrado en la primera película. Lo que antes
era caza de dragones ahora son competiciones y carreras con ellos, diversión y
vida compartida, con las pobres ovejas como sufridos juguetes. Hipo, en sus
ansias de descubrimiento, descubre junto a su novia Astrid un nuevo lugar con
muchos dragones salvajes, que tendrán que proteger de los cazadores liderados
por el despiadado Drago. En esa isla, Hipo descubrirá claves de su pasado y su
familia. Hipo ha crecido, su incipiente barba y su look adolescente son
pequeños detalles bien conseguidos.
Oveja cesto. Así podría llamarse el juego con carreras y ovejas
encestadas con el que disfrutan en Isla Mema. Encestar una oveja negra vale 10
puntos, ¡como si fueran los triples del basket! Se retratará perfectamente la
rutina del pueblo en distintos momentos, la convivencia de todos y con los
dragones, pacífica y alegre. Un lugar feliz, Isla Mema.
La soledad sigue siendo un aspecto clave en la vida de Hipo,
es un solitario y lo disfruta. Su presentación retrata su libertad, su ansia
de descubrimiento y expansión, con esos vuelos junto a su mejor amigo,
Desdentado, que además es su protector. Juegos, complicidad, comprensión mutua,
conversaciones particulares… Su amistad silenciosa.
Hipo representa la expansión vikinga, conserva intactas sus
ansias de conocimiento, como vimos en la primera parte, que ahora le llevan a descubrir
nuevos lugares y crear un mapa. Su conversión en explorador es tan natural como
lógica. Es un buscador insaciable, que se busca, sobre todo, a sí mismo.
Explorar es descubrir, descubrirse.
La conversación con su novia Astrid plantea las claves psicológicas
y los conflictos interiores de Hipo, así como de la trama. Él no se ve como
jefe, planteándose ya la idea de relevo que presenciaremos en esta entrega, al
saber que su padre le va a nombrar su sucesor. Del mismo modo, Hipo recordará a
su madre, la añora, con lo que se lanza otro cebo que tendrá su eco posterior.
Es una conversación que plantea las claves de la historia y los dramas
psicológicos, así como la evolución del protagonista.
La aventura. Fanatismo contra cordura.
Una vez planteados los dilemas psicológicos entramos en la
trama aventurera de lleno. El descubrimiento de nuevos pueblos y lugares hasta encontrar
a un grupo de cazadores y su ejército de dragones domados al servicio del temido
“Drago, puño sangriento”. En ese encuentro se sientan las bases del conflicto
aventurero y veremos nuevos dragones, como uno que escupe hielo. Tras enterarse
de estas interesantes revelaciones, que existe otro pueblo que doma dragones y
que los caza para formar un gran ejército, nuestra intrépida pareja protagonista
escapará para informar a Estoico, el padre de Hipo, y los suyos.
“Un jefe protege a los suyos”. “Hay gente que nunca cambia,
Hipo”.
Al contrario que Astrid, que se muestra obediente con su
jefe, Estoico, Hipo desobedecerá a su padre e intentará hacer cambiar a
Drago en su pretensión de cazar todos los dragones, especialmente los de su
isla. Su ingeniosa espada llameante, construida con material de dragón, es un
buen elemento en su aventura. Resulta divertido el flechazo de la machorra,
Brusca, pretendida por dos de su pueblo, con el malote cazadragones esbirro
de Drago, Eret.
Hipo pretende ser pacífico, un embajador, pero descubrirá
que su idealismo no siempre tiene razón, que su padre acertaba al concluir que
había gente que nunca cambiaba, haciendo el enfrentamiento irremediable. La
aventura desarrollando las tesis de la película. El fanatismo.
La aparición del misterioso guerrero, emergiendo y
sumergiéndose en las nubes, es un momento visual magnífico e impactante. Un
secuestro que deja en muchos apuros a Desdentado, el Furia Nocturna, intentando no
ahogarse en el agua helada. En contra de las apariencias, este secuestro será
revelador, no tiene nada que ver con Drago. Un pueblo helado gobernado por la
madre de Hipo, en una de las grandes sorpresas y apariciones de la película.
Si bien no hay un especial desarrollo en la personalidad de
Hipo, que simplemente debe asumir responsabilidades, sí descubriremos que su
carácter es una mezcla entre su padre y su madre. Parece tener la gallardía,
valentía y atrevimiento de su padre, también la cabezonería, pero la
sensibilidad, curiosidad y pacifismo de su madre. De ahí que tengan un vínculo
con los dragones, a los que comprenden y aman. Reconocen inteligencia y
sensibilidad en los dragones. No conciben matarlos. Vínculos y paralelismos entre madre e hijo.
De nuevo del conocimiento, el descubrimiento, abriendo
caminos. Él veinteañero vikingo y la madre misteriosa, rescatadora de dragones, para los que ha creado un entorno paradisiaco. Conociéndose. Relatará el día de
su desaparición, raptada por un dragón, un segundo flashback, definiendo su
carácter pacifista y curioso, como el de su hijo. La convicción de la madre
sigue profundizando en la tesis ya sugerida, de que las personas no cambian… o
sí. Ella no parece haber envejecido apenas en esos 20 años…
La complicidad entre madre e hijo es inmediata, así como la de
sus respectivos dragones. Ambos se sienten libres en el aire, volando con sus
dragones, aunque se insinúa que la identificación de la madre con los animales,
a los que parece preferir a las personas, puede crear algún tipo de conflicto,
por eso extraña lo bien que se lo toma todo Hipo, suponemos que entregado a ese
descubrimiento y amor materno.
Como comenté anteriormente, se indaga y desarrolla la
mitología y conocimiento del mundo de los dragones, algo sobre lo que se puede
explorar mucho en la saga. Su organización. Son dependientes de un dragón Alfa,
que los domina a todos. Descubriremos uno en ese paraíso de hielo, curioso
contraste con el fuego que lanzan los dragones, creado por la madre de Hipo,
Valka.
“¡Pero nena, me he dejado barba por ti!”
El villano de la función, "Drago, puño sangriento", resulta
temible e imponente desde su aparición en el flashback. Astrid y los amigos de
Hipo se dirigirán a su guarida para intentar salvarlo, pensando que fue Drago
quien lo capturó. Drago representa al mal, el antagonista dominador de
dragones de la propia madre de Hipo. Es feo y despiadado, sin contemplaciones.
Así descubriremos el mundo del villano.
Serán descubiertos en esta aventura, lo que propiciará el
plan de ataque de Drago a Isla Mema. El villano se sorprenderá al ver que no es
el único “maestro de dragones”. Lo mismo le pasará al malote Eret al ver que un
dragón le protege, lo que acelerará su previsible conversión en aliado de “los
buenos”. Eret es un tipo agradecido y no dudará en devolver la ayuda rescatando
al dragón preso y a nuestros amigos. Recibirá los elogios de la novia de
Hipo, lo que podría dar para triángulo amoroso.
Por su parte, Brusca, en la batalla contra Drago, será
rescatada por sus incondicionales admiradores, gozando del momento sin matices.
Así que podríamos tener un buen juego de celos e historias amorosas cruzadas que por fortuna no se desarrollan, son simples comentarios admirativos.
El obligado encuentro entre Estoico y su mujer es tierno,
pero resulta bastante débil a nivel dramático. Estoico muestra una imprevista
ternura, así como una sensibilidad y comprensión inusitada. No convence que se
tome así la desaparición de su mujer por 20 años sin explicación, como tampoco
que parezca que el culpable de esa separación es él… Más bien sería ella la que
debería explicar ciertas cosas. El caso es que tras unas caricias y una canción
vinculadora del pasado, todo serán “pelillos a la mar”.
El último tercio es para una colección de batallas, el primer enfrentamiento será con el trío familiar colaborando. El plano general de presentación de dicha batalla, con el desembarco de Drago, es magnífico. Un plano aéreo espectacular sobrevolando toda la zona. Buena batalla con excelentes momentos visuales, con duelos multiplicados por todos lados (Estoico y Drago, los Alfas, Hipo y sus amigos contra el resto...), con cámaras que vuelan para nuestro deleite. Drago será un combatiente hábil y listo, sus trucos y recursos son muchos, utilizará su arma secreta, un Alfa, para terminar con el otro Alfa aliado a la madre de Hipo y así gobernar a todos los dragones, incluido Desdentado.
La elipsis para la muerte del Alfa amigo resulta algo
blandengue, pero se compensará con el gran impacto dramático de la película, la
muerte de Estoico a manos del inocente Desdentado. Cuando Drago logre el
control sobre los dragones, eliminando su voluntad gracias a su Alfa
victorioso, lanzará a Desdentado contra Hipo, en un esperado duelo y conversación
entre los antagonistas, pero el dragón acabará abatiendo al padre, Estoico, sin
querer, sometido a la voluntad del villano.
Resulta muy cruel que la muerte del padre de Hipo sea a
manos de su mejor amigo, el dragón Desdentado, aunque fuera anulado en su
voluntad. Estos detalles crueles y sin contemplaciones enriquecen la saga.
Incluso Drago montará a Desdentado, lo robará sin problemas, dueño de su
voluntad.
Como defectos tenemos que Estoico acaba salvando demasiadas
veces a su mujer y que el Alfa malo se centra demasiado en la familia
protagónica de forma ilógica…
La despedida y funeral de Estoico es un buen momento
dramático, muy sincero y emotivo. Valka, la madre de Hipo, lo reivindicará como
líder, consciente de la responsabilidad que su hijo debe acometer.
“Yo tenía mucho miedo de convertirme en mi padre, sobre todo
porque creía que no podría. ¿Cómo te conviertes en alguien tan grande, tan
valiente, tan generoso…? Supongo que sólo lo puedes intentar”.
El duelo final, que tiene además un punto de venganza
personal, se inicia con un buen detalle de guión, un eco de un cebo colocado
con anterioridad, la rebeldía y desobediencia de los dragones bebés: ellos
nunca hacen caso a nadie, ya que se mantienen ajenos al poder del Alfa, lo que
propiciará su reclutamiento para el enfrentamiento contra Drago y para defender
Isla Mema.
Hipo tomará las riendas, asumirá su liderazgo y se dispondrá
a enfrentarse a Drago antes de que destruya por completo Isla Mema. El problema
es que este clímax carece de tensión, la había más en la escena de la batalla
anterior. Todo se centra en los intentos de Hipo por hacer reaccionar a Desdentado,
liberarle de su sometimiento, devolverle su voluntad. Es bueno el encuadre que
sitúa al Alfa en segundo plano controlando a todos los dragones que atacan la
isla, pero resulta absurda la inacción de él y de todos los dragones mientras
Hipo trata de “despertar” a Desdentado. El conflicto de Desdentado se resalta desde su
punto de vista, de su mirada, enfocando y desenfocando a Hipo.
La reflexión es interesante, pero la forma de mostrarla no
funciona. La idea de que la voluntad radica en la lealtad y no en el dominio o el
control. Con ello se incide y defiende en la individualidad, ajena a controles
en masa o manada, pero en el clímax de la película resulta muy débil, sin
coherencia interna con esa batalla que está aconteciendo, con el espíritu de
aventura, renunciando a todo, parándolo sin causa alguna para desarrollar un
vínculo psicológico…
Dragones revoloteando sin sentido, tontamente, durante
minutos sin hacer nada mientras Hipo trata de despertar a Desdentado, con el
Alfa dedicándose a perseguir a un solo dragón, centrando sus miras en él, obviando todo lo demás, hasta que Hipo logre su propósito y dé la vuelta a las
cosas sin mucha explicación y sentido, convirtiendo a Desdentado y a sí mismo
en un nuevo Alfa… Falta tensión y coherencia interna.
Una secuela muy adelgazada a todos los niveles con respecto
a la primera, dando más de todo menos calidad. Del mismo modo, la segunda parte
de la propia película es mucho peor que la primera.
Al Alfa malo se le romperá un cuerno y Drago perderá un
brazo, vínculo entre ellos. Hay muchos mutilados entre los personajes.
Recordemos que Hipo perdió una pierna.
Dramáticamente la película tiene defectos, hay poco duelo
por Estoico, algo que supongo se dejará para el inicio de la siguiente secuela
de 2018. Incluso se cederá su dragón a Eret, que se ve cayó en gracia dentro
del grupo… Las motivaciones de la madre son débiles para haberse mantenido
alejada durante 20 años, y hay muchos cambios de opinión gratuitos en los
personajes y dragones… Quizá Astrid ha perdido algo de protagonismo e interés
en esta secuela. Defectos que se añaden a los comentados con anterioridad.
Nos queda claro que el dragón, los dragones, simbolizan el
espíritu valeroso, lo mejor que tenemos dentro. Además se concluyen las
iniciales reflexiones, ese pacifismo que debe ser consciente de que en
ocasiones la confrontación es ineludible y no por ello se renuncia a su esencia.
La asunción de responsabilidades de Hipo tiene que ver con ello, en lo que es
una aguda y mucho más atrevida reflexión sobre el belicismo.
No es mala película, pero queda muy lejos de la original. Con todo, sigue siendo una saga de visionado ineludible.
Gran análisis. Esta saga es una de mis favoritas y la disfruto mucho con mi hija, esperé mucho tiempo la segunda entrega, y me gustó bastante. La escena del reencuentro entre los padres de HIPO fue demasiado "Estoica", quizás eso pueda intentar explicar la chocante sensación de que no hubo cuestionamientos, reclamos ni resentimientos....aunque me parece irreal jajaja...
ResponderEliminarGracias por tan excelente análisis
Nos leemos estimado
Es verdad, quizá también se pretende de alguna forma explicar la forma de ser vikinga, muy ruda, pero claro, no siempre es así y en esa mezcolanza no acaba de funcionar.
EliminarMe alegra que te guste el análisis y esta saga, que es espléndida y que llega a la gente más sensible.
Un abrazo fuerte, Alex.
De acuerdo en todo. Buena película, pero claramente por debajo de la original (en lo único que mejora es en la calidad de los dibujos). Pero hay un detalle en el que nadie parece haberse fijado ¿recordáis la escena de la primera película en la que Estoico le da a Hipo un casco hecho con la mitad del peto de su madre? Eso estaría muy bien si ella fuera tan enorme como su marido, pero no es eso lo que vemos en esta película.
ResponderEliminarLa increíble mujer menguante!
EliminarGracias por el comentario, Anónimo!