-Mann también describe los mundanos entretenimientos de la
gente de Dawson, entre ellos las cenas y fiestas en los bares y restaurantes,
especialmente cuando uno de los dueños, en este caso una clásica y dura mujer
del oeste, adquiere un piano. Allí irá Jeff a pasar el rato y cenar, aunque sea
carne de oso. Renee, en un sutil eco de un cebo, nos contó en su presentación
que cantaba muy bien, pero aquí se negará a hacerlo hasta que ve aparecer a su
amor, momento en el que rectificará y decidirá mostrar su arte para deleite de
nuestro protagonista. Curiosamente jamás la oiremos cantar. Sutil cebo que desarrolla sentimientos y la relación
entre Renee y Jeff. Con menciones ocasionales se hace entender el paso del
tiempo, por ejemplo el hartazgo de todos por la carne de oso.
-Desafortunadamente para Renee no podrá cantar y seducir a
Jeff, un gafe persigue a la pobre, ya que la fiesta queda interrumpida por el
drama, una muerte, un contraste, del buscador de oro que vimos marcharse en la
escena anterior, un buscador que ya había recopilado todo el oro que
necesitaba y contra el que atentaron para robarle después de vender su
concesión. Así, en otro virtuoso detalle de guión, se da eco a otro cebo,
mostrándonos el proceso por el que se llega a los tiroteos como el que vimos en
plano general antes de llegar a Dawson, su explicación y causas. El robo a
buscadores que venden su concesión para marcharse. Honestos buscadores que tras
recopilar sus ganancias con la búsqueda de oro y vender su concesión son
robados y muertos en la gestación cruel de un monopolio.
-“Creo que le di a uno”, esa frase es otro cebo para
descubrir a uno de los asaltantes.
-También se nos presentará al policía montada del que se nos
habló al principio del viaje a Dawson, del que conocimos a la familia, un eco
de aquel cebo.
-Cuando Jeff resulte gravemente herido será atendido por
Renee con extraordinaria solvencia y saber hacer, dando sentido al cebo
plantado de ser hija de un médico que aprendió bastante de él. Así hará un
preciso diagnóstico.
Mann retrata la ilusión y determinación de los pioneros, la
gestación de una gran ciudad con la energía y alegría de una comunidad unida
que se sobrepone a todas las dificultades, incluidas las monopolísticas. Los
planes, escuelas, comisarías, hospitales… la necesidad de protección, la búsqueda
de un sheriff… Jeff se negará a ser sheriff a pesar de sus cualidades, manteniendo
su determinación y carácter individualista.
James Stewart, Jeff, sigue huyendo de su responsabilidad,
una responsabilidad que ciertamente no tiene por qué asumir, aunque sí cabría
exigírsele cumplir su palabra, con Ben por ejemplo. Ben ha afianzado lazos y la
idea de marcharse por la vaga promesa de un rancho en Utah, una promesa que con
Jeff nunca llega, ya no le parece tan apetecible al lado de ese acogedor pueblo
y los amigos que allí ha encontrado, por eso pedirá quedarse a Jeff, aunque le seguirá
fiel siempre.
En la bella conversación en la cabaña entre Ben y Jeff se
exponen estos conflictos y el de la vejez y ansias de establecerse de Ben con
la juventud, continua huida e inquietud de Jeff.
“Siempre nos vamos. Siempre, siempre, siempre”.
“Está bien, iré contigo, pero ¿cómo acabará esto? ¿Seguiremos
huyendo siempre?"
Jeff se mantiene al margen de la nueva idea de nación que se
va gestando, que vemos con nuestros propios ojos a través de la cámara de Mann,
de la modernización y el progreso, de la ley y sus riesgos para imponerla. Jeff
es un personaje que contradice al que James Stewart interpretara en la obra
maestra de John Ford, “El hombre que mató a Liberty Valance” (1962). James
Stewart cubriendo todo el ámbito evolutivo del western. Una gozada.
Es fascinante la libertad que había y se sentía en el lejano
oeste, coger el petate y marcharse a otro lugar sin más, sin mirar atrás con
plena naturalidad.
El conflicto en el restaurante de Ronda, con el regreso de
Gannon y sus matones a escena, pondrá en una difícil situación a Jeff. Nuestro
protagonista se pondrá del lado del tirano tanto física como conceptualmente,
argumentando a favor del matón por el asesinato cometido, e impidiendo que Rube
(Jay C. Flippen), su amigo, cumpla con su deber de sheriff para protegerle la
vida, aunque avergonzándole delante de todos. Es una escena que plantea un
punto de inflexión en Jeff, que no va a poder mantenerse al margen si no huye
de allí pronto, cosa que hará en balde.
Es la ley del más fuerte, lo que entronca con su filosofía
de egoísmo radical e independencia fría. Jeff se permite el lujo de mantenerse
al margen mientras la injusticia o las miras de un tirano no se posen sobre él.
Es el conflicto que sobrevuela a Jeff, que veíamos en “El hombre que mató a Liberty
Valance” (1962), manejar la ley, enfrentarse al tirano de tú a tú o en nombre
de esa ley, huir…
Mann maneja las elipsis también de forma virtuosa, no hay
nada que se le resista, por ejemplo para definir con sutileza el paso del
tiempo, desde un día a varios meses. Como ejemplos, el comentario sobre el café
de Brennan, que fue a comprar más, o la balsa hecha y probada por Stewart…
Hay muchísimos detalles en el guión que demuestran
inteligencia, adjudicada a los personajes, por ejemplo el detalle de comprar
menos café para no levantar sospechas sobre la marcha de Ben y Jeff y así
evitar que les sigan… En balde por el exceso de verborrea del vejete.
El mayor y más impactante giro dramático lo tenemos con la
emboscada que sufren Ben y Jeff que se resuelve con la muerte del primero y la
agonía del segundo. Robados y tiroteados por la incontinencia verbal de Ben, que los
delató en su huida. La aparición en segundo plano de los matones resulta
terrorífica y magistral desde la puesta en escena y el encuadre. Una secuencia
seca y contundente. Jeff sobrevivirá por los pelos e iniciará una venganza.
La campanilla que aparece intermitentemente en la narración
y que Jeff lleva en su caballo, vuelve a alertar de su aparición en off, antes
de mostrarlo visualmente. Momento en el que Jack Elam, al que vimos al inicio,
reaparece también.
En este momento “Tierras lejanas” parece convertirse en una
fábula moral, cuando todo el pueblo renuncia a ayudarle salvo la generosa y
abnegada Renee (Corinne Calvet), en pago al egoísmo que recibieron de él. Sin
subrayados.
Una situación límite donde todos responden según sus rasgos
de carácter más puros, Renee ayudando, el resto ignorándole, Ronda
defendiéndole pero sometida y reprimida por Gannon (John McIntire), y Jeff
descubriéndose como un talento reprimido, desaprovechado, mal gestionado.
Incluso Gannon muestra su humanidad o quizá hipocresía, perdonándole la vida en
ese momento, no rematando su mandato, quizá por no querer hacerlo ante todos.
El gesto, las acciones, la actitud… son los elementos que
retratan a Jeff (James Stewart), sus defectos, sin necesidad de sermones ni
verbalizaciones excesivas. El duro vaquero que no ayudaba a nadie ni pedía
ayuda, necesitado y ayudado por una generosa joven.
Jeff no nos puede caer especialmente simpático, uno de los
personajes interpretados por James Stewart más desagradables o negativos. A
pesar de la ayuda recibida por Renee no parecerá percatarse de la situación,
siendo enormemente cruel con la chica al despreciarla en cuanto llega Ronda a
ayudarle. Al menos la ambigua mujer le explicará qué pasó, delatará a Gannon y
le pedirá fugarse juntos con un nuevo beso.
Esa elección, la de Ronda por Renee, es retratada de forma
casi mágica por Mann, que logra transmitir la extrema soledad en la que se
encuentra ese personaje por sus elecciones, a pesar de la cercanía de Ronda, y
tras la muerte de su amigo Ben. Detalles casi intangibles sólo al alcance de
los grandes maestros. En su convalecencia un travelling hará entrar la pistola
de Jeff en plano, explicitando la misión que bulle en el interior del
protagonista. Venganza.
Evolución o venganza.
Jeff está en la última fase de su toma de conciencia, aunque
no por convicción, sino por ira. De alguna forma toma conciencia al estilo de
“¡Qué bello es vivir!” (Frank Capra, 1946) guardando las distancias.
Un Jeff (James Stewart) en stand by, sin poder actuar por su
lesión en la mano, que le impide disparar, viéndose obligado a reflexionar,
pensar en su situación, observar su soledad… Lo interesante de este
planteamiento y esta evolución (supuesta), es que Mann la mantiene ambigua, no
queda claro si sus decisiones posteriores son mero impulso hacia la venganza,
pero sin moverse un ápice de sus postulados individualistas radicales, o sí son
producto de una madurez, que le impulsaría a la venganza, sí, pero también a la
estabilidad, a un cambio en sus conceptos. Que termine por quedarse junto a sus
amigos en Dawson parece responder al final.
La venganza no tiene vuelta atrás tras la muerte de Ben,
independientemente de que puedan añadirse luego otras consideraciones, como su
evolución hacia una estabilidad. Lo cierto es que cuando Jeff ve abusar a
Gannon, imponiendo su fuerza sin ningún disimulo ya, nuestro protagonista
también siente el impulso de actuar, frustrado por no poder hacerlo en ese
momento. Ahí, con un pueblo sumiso y sometido, Jeff recibirá el
rechazo y los reproches de todos, salvo de Ronda (Ruth Roman), de la que
ignorará su declaración de amor.
La imposibilidad de actuar frustrará, evidentemente, a Jeff,
que está ansioso por vengarse, lo que le obliga a algo a lo que no está muy
acostumbrado, la paciencia.
En cuanto note una ligera mejora Jeff se dispondrá a la
acción, no pierde tiempo. Ese detalle, no poder actuar con prontitud, es el aspecto que
más nos acercaría a la tesis de que Jeff ha madurado y que su actuación va más
allá de la venganza sin matices, que actúa también para ayudar a los demás,
para mantener ese pueblo fuera del alcance de Gannon. Incluso pedirá ayuda y
apelará a los sueños que los lugareños manifestaron sobre ese lugar, crear un
pueblo estable que pueda crecer, pero finalmente deberá acometer la aventura
solo, inicialmente.
Este enfrentamiento, un hecho, una acción, despertará al
pueblo y la solidaridad de todos, que se unen a Jeff. El nacer definitivo de un
pueblo, de una ciudad.
Me fastidia la resolución del triángulo amoroso, que no se
obligue a Jeff a elegir explícitamente entre la rubia pura y la morena
pervertida. La muerte de la segunda deja vía libre a los otros dos, al menos en
un futuro… Ronda, la morena pervertida enamorada del héroe, acaba redimida.
Jeff sólo besará a Ronda, pero es de esperar que los besos tras concluir la
narración se dirijan a la pequeña Renee (Corinne Calvet).
“Tierras lejanas” es otro western magistral de Mann, de una
dimensión más épica y amplia que otros, incluso entre los realizados junto a
James Stewart, aunque no por ello significa que sea mejor. Es otra joya más
donde se escenifica el progreso de una nación, la necesidad de la ley y el
conflicto entre libertad, individualidad, libertinaje y totalitarismo, como lo
era “El hombre que mató a Liberty Valance” (John Ford, 1962), que enfrentó a
los pioneros y padres de una nación admirable.
Muy recomendada para todo amante del western y el Séptimo
Arte.
Cuánto disfruto!!
ResponderEliminarGracias Sambo. Gran análisis.
Bss
Me alegra que te gustara, Reina. Sabes que disfruto sobremanera con las películas clásicas, si los análisis además hacen disfrutar el goce es pleno!
EliminarBesos.