Una sensacional joya es la que nos entrega el gran director americano
Jules Dassin, un referente de la intriga, el thriller y el drama carcelario.
Un retrato de la vida en la cárcel como se han visto pocos en el cine,
atrayente, atractivo, intenso y profundo, una de las grandes obras del
director. Películas de tanto éxito como “Cadena perpetua” (Frank Darabont,
1994) le deben mucho a esta monumental “Fuerza bruta" de Dassin.
No han sido pocas las obras maestras o títulos francamente
excepcionales que ha entregado Dassin, que en el cine negro y la intriga
alcanzó sus más altas cotas. “Nazi agent" (1942), una magnífica cinta antinazi,
un thriller con la 2ª Guerra Mundial de fondo de los que
tanto proliferaron en la época. La casi documental y excepcional “La ciudad desnuda” (1948); esa pequeña joya que es “Mercado de ladrones” (1949); la
deslumbrante y soberbia “Noche en la ciudad” (1950), con un descomunal Richard
Widmark; la obra maestra incontestable que es “Rififi” (1955), una de las
mejores películas de robos que se han hecho nunca... Otras más desconocidas son “El que debe morir” (1957) o “Nunca en domingo” (1960), más alejadas de su
anterior estilo. “Topkapi” (1964), otra entretenida cinta de robos, es uno de
sus últimos títulos destacables.
Dassin tiene una extraordinaria capacidad para retratar
entornos opresivos, entornos en general. La ciudad opresora en “Noche en la ciudad”, la ciudad espía y documental en “La ciudad desnuda”, el mercado
corrupto en “Mercado de ladrones” o la cárcel en la que nos ocupa, son buenos
ejemplos de esto. Del mismo modo esos entornos parecen guiar a los personajes a
un destino fatal que es imposible evitar, como vemos en “Noche en la ciudad”,
“Mercado de ladrones”, “Rififi” o esta que nos ocupa.
Aquí Dassin cuenta con un guión del gran Richard Brooks,
otro indiscutible de Hollywood, basado en una historia de Robert Patterson.
La ambientación inicial que usa Dassin es sencillamente
perfecta y marca el tono no sólo de la película sino del lugar donde se nos
sitúa, el sentimiento que provoca en los personajes que allí habitan. Una
penitenciaría, la noche, la lluvia… Amanece la vida en la cárcel a las 6 en
punto, una grúa nos situará en la celda de los protagonistas. Dassin utiliza
muchos contrapicados y picados en este inicio, uno de estos últimos presenta a
Burt Lancaster, que interpreta a Joe Collins, regresando de un castigo.
El puente que mira Lancaster situado a la salida de la
cárcel y que vimos en los planos iniciales con los títulos de crédito, es el
sinónimo del tránsito y la libertad, así lo resalta la mirada nostálgica y
anhelante del personaje. Esa puerta que se abre y ese puente que facilita la
huida de allí lo hacen para que se lleven un cadáver, con lo que esa mirada de
Lancaster casi vincula la libertad y la muerte, haciéndola preferible a la vida
de preso, sin libertad. Todo bajo una intensa lluvia, que cae torrencialmente
mientras Dassin sigue con un gran travelling a Collins (Burt Lancaster) y los
dos guardianes que lo custodian, uno de ellos otro de los grandes protagonistas
de la función, el Capitán Munsey, interpretado por Hume Cronyn. Un deleite
visual, me encanta la lluvia en las cintas clásicas y en blanco y negro.
El preso cantarín, Calypso (Sir Lancelot), actúa casi como
un pregonero, narrando o sirviendo de apunte dramático a lo que acontece en un
buen y natural recurso. Como si fuera un personaje de fábula o cuento. Habrá
otra referencia a los cuentos en un comentario del doctor cuando dice: “Al final
ellos viven felices para siempre”.
Burt Lancaster da otra lección de interpretación, un actor
total que no tenía límites, uno de los más grandes con una cantidad de
registros ilimitada. La determinación de su mirada casi define por completo a
su personaje, una mirada que también es sinónimo de libertad, su único
objetivo, y de la que ya vimos un ejemplo en su presentación, como comenté. De
hecho, las miradas de Lancaster en esta película, más allá de su determinación,
esa nostalgia y anhelo que desprenden,
ese deseo casi incontrolado de libertad, dicen más que cualquier línea de
texto. Excelso como siempre.
Retrato de una vida en la cárcel.
Uno de los mayores hallazgos narrativos de la cinta es cómo
Dassin muestra hasta el último rincón de la cárcel a través de la vida en presidio, mostrando cada
lugar con completa naturalidad, sin forzar las cosas, y como motivo para hacer
avanzar la historia y desarrollar personajes y trama. Pasaremos por el comedor,
el taller, la cocina, el periódico, el lugar de trabajo en el exterior… Todos
los recovecos de la cárcel y todos ellos serán importantes o esenciales
narrativamente para la gestación del plan de fuga, las relaciones o dar claves
y elementos necesarios a nivel narrativo, no hay nada gratuito. Un recurso
narrativo tan natural y brillante que es una de las grandes claves y cualidades
de la grandeza de la cinta. Dassin fusiona narración, trama y desarrollo de
personajes con descripción de entornos a la perfección. También se desarrollan y escenifican
las peculiares reglas y los códigos de la cárcel. Dassin describe la prisión
siguiendo el transitar de Lancaster en busca de la libertad. Un majestuoso
fresco.
El comedor.
El comedor será, aparte de las celdas evidentemente, lo
primero que veremos. Allí se describirá el desprecio al soplón, forma de ir
desgranando las leyes y reglas de la cárcel, un microcosmos con unos códigos
particulares. También las jerarquías entre presos, donde tenemos líderes o
pequeños jefes, que protegen o mantienen una buena reputación, guías del resto
de presos o enlaces con los guaridas… Gallagher (Charles Bickford) es uno de
estos hombres con “prestigio”.
Munsey (Hume Cronyn) es el jefe de los guardias, un matón
que utiliza la amenaza, la violencia o la manipulación, el miedo en definitiva,
para mantener el orden, mostrar su jerarquía. Eso hará con Gallagher. Dassin va
de planos más amplios a otros más cortos ante la advertencia de Munsey, al que
siguió con un travelling para retratar su supuesto poder, su ego y prepotencia.
El retrato de este villano es magnífico, como el de todos los personajes, hasta
el punto de que siendo un acomplejado y un psicópata, en un principio sus
actitudes no parecen tan maniqueas, protegiendo a un preso de un guarda que le
agrede tras un choque fortuito… Esto además tiene un detalle irónico ya que se
produce tras una contestación de Gallagher citando La Biblia.
El despacho del doctor.
El doctor, al que ya nos presentaron con un simpático
diálogo, es uno de los personajes positivos de la cinta y nada plano. Todos los
personajes están muy bien dibujados. En su despacho, un lugar de paz, oiremos
al preso cantarín hablar sin cantar por primera vez. El doctor es un borracho,
usa la bebida para evadirse, se ha rendido ante lo que ve a su alrededor, pero
algo de lo que fue queda en él. Bondad. Su reivindicación de la borrachera es
muy divertida.
El despacho del Alcaide.
La sala de visitas.
La planificación de Dassin, tanto a nivel visual como
estructural, va de lo general a lo íntimo, extraordinariamente fusionado en
ocasiones. También usará el travelling como método descriptivo. Así lo hará en
la sala de visitas, un travelling que pasa por varios casos distintos hasta
centrarse en el drama personal de Collins (Burt Lancaster), que tiene una mujer
enferma que no quiere operarse si no está él junto a ella, pero él no quiere
confesar que está en presidio.
Aquí tendrá lugar el planificado crimen como cumplimiento a
una de las leyes de la prisión contra los soplones. Un nuevo travelling, ahora
más siniestro, presentará el lugar. Dassin modula perfectamente el suceso que
anuncia de alguna manera Collins en su conversación con el doctor Walters. La
escena del asesinato, el castigo al soplón, es excelente, rubricada de forma
perfecta. La panorámica al reloj que marca, precisamente, las 10:30 con la
muerte en off del soplón Wilson.
“No lo preguntes, Wilson”.
El encuadre que sitúa al condenado Wilson (James O’Rear)
entre dos cintas es brillante, está atrapado. A las 10 y media se cumplirá la
sentencia mientras Lancaster tiene una coartada perfecta hablando con el doctor,
que es plenamente consciente. Magnífica resolución.
El periódico de la cárcel está dirigido por Gallagher
(Charles Bickford), que será perfectamente descrito. Allí Collins intentará
captarle para su plan de huida, pero Gallagher no está por la labor y expondrá
sensatos argumentos. Collins hace gala de la iniciativa que parece faltarle a
otros. Gallagher evolucionará en su proceder. Cuando se entere del cambio de
opinión sobre su puesta en libertad se acercará a Collins. No es una evolución
en su personalidad, sino un simple cambio en sus decisiones y forma de actuar
debido a las variaciones de las circunstancias.
El plano del foco del patio exterior aparece de forma
recurrente para hacer el tránsito entre escenas, unas veces nocturno, otras
diurno…
Aquí Lancaster, como si de un investigador privado se
tratara, recibirá claves para poder ejecutar su plan de huida. Un número. 633.
Pasaremos por ella brevemente, allí veremos cómo se encarga
un sándwich para ocultar un papel con un mensaje. Un nuevo lugar, perfectamente
descrito con un travelling, que sirve y ayuda en el plan de huida. De ahí
iremos al patio, que además será testigo del clímax final. Veremos las puertas
de la prisión abrirse, como al inicio de la película, y una mención al puente
levadizo que es el símbolo de la libertad, aunque en realidad iremos al foso
por el momento.
En picado veremos la vía del tren en construcción, un nuevo
símbolo de esa esperanza de libertad que avanza, pero se trunca. La mina es otro lugar de exploración más.
Un nuevo lugar de la prisión, lugar de libertad, secretos y
esperanza, de comunión total. Aquí se definirá el plan de huida por completo y
Gallagher se unirá al mismo. Una panorámica nos la describe. Biblia y planes de
huida. Una liberación transgresora y poco piadosa.
“Amén”.
El taller.
Es el lugar del ensamblaje del plan, cada lugar
interviniendo de forma esencial, como he explicado, pero además perfectamente
buscado según las fases de dicho plan. Aquí se colocan las piezas en su lugar, como
corresponde a un taller. El periodista será el medio para ir transmitiendo
información entre los involucrados, de un sitio a otro. Armas y bombas caseras
ocultas en un camión, otro de los elementos indispensables en la fuga. En busca
de dinamita o algo parecido.
Toda la cárcel, lugar de encierro, trabajando por la libertad de sus inquilinos.
Toda la cárcel, lugar de encierro, trabajando por la libertad de sus inquilinos.
Jo!! Suerte q hay otra parte!! Me ha sabido a poquísimo!!! No conocía la cinta, me ha parecido estupenda!!! Los fotogramas iniciales, muy expresionistas, esas sombras, los siguientres, perfectos para ilustrar esas rutinas, espacios. Me encanta q pongas el acento en detalles para q entendamos pq están ahí. Una de las cosas q he aprendido aquí es a buscar objetos en las escenas, a valorar q pueden ser o representar. Raramente en una peli las cosas están puestas porque sí. Al menos en una buena peli.
ResponderEliminarQ jovencito Lancaster!!! Y las miradas!! Muy bien explicado. Es in gran reto transmitir sin caer en lo sobreactuado. Creo q está estupendísimo!!
Y Bickford!!! Le he visto como secundario muchas veces en grandes clasicos!!
Ay espero la segunda parte!!
Gracias Sambo!! Me gusta muchísimo!!
Bss!!
Muchas gracias, Reina, te has fijado en todo lo que pretendía explicar!!!
EliminarSí, es una de las obsesiones del blog, ese ansia por el detalle y reivindicar a los grandes autores y artesanos del cine, que cuando ponen algo siempre es por algo. Poder observar con todos los datos posibles algo ayuda al mejor análisis y juicio, esa también es una apuesta de esto, porque lo que se ve por ahí en todo tema y asignatura es lo contrario...
Lancaster es un actor fuera de rango, está magnífico, era poderoso sin necesidad de forzar nada, como dices.
A ver qué tal la segunda! Debes buscar tiempo y rutina para verlas!
Besos!