Shannon, como Charlotte y casi todos los personajes con los
que siente afinidad, se rebela contra los convencionalismos, los prejuicios,
los rígidos esquemas de la sociedad biempensante. Es un espíritu libre, como
ansía ser Charlotte, como vemos en Maxine y se intuye en Hannah.
Durante esta extensa conversación veremos un carrito con un
letrero que pone “Help”, que manifiesta a la perfección el sentir de Shannon.
Un carrito con bebidas por el que Burton y Gardner luchan, juegan al tenis,
provocado por los celos de ella y la frustración de él. Maxine siente
vibraciones entre Shannon y Hannah. Maxine es pura transparencia. Aquí veremos
a Shannon cogiendo una botella por segunda vez.
Es genial el humorístico gesto de Burton poniéndose el
alzacuellos, a duras penas, al entrar Fellowes en su habitación y verle tumbado
y bebiendo. Un gesto inútil en esa ansia de aparentar, de que otros, en
especial esa puritana señora, lo vean como no es en realidad.
Fellowes busca a Charlotte, pero ella no está con Shannon,
veremos su hipnótico culo danzarín junto a los chicos de las maracas. La
tentación pura.
También veremos actuar a Kerr y su abuelo, mostrar sus
pinturas mientras Burton observa todo borracho. De las pocas veces
que vemos a Shannon dar un trago y la primera claramente borracho. Veremos
otro pez, esta vez de mimbre, sobre la cabeza de nuestro protagonista.
El “heroico” acto de Hank al ir a por Charlotte y buscar
pelea con los chicos-maraca es el inicio de su relación con ella.
Comenté con anterioridad el interés del personaje de la
señorita Fellowes, interpretado por Grayson Hall. Su inquietante rostro, su
puritanismo, su intolerancia, su aversión al sexo y a la vida acaba teniendo
sentido en la represión de sus instintos, toda la composición de su personaje lo
indica. Una represión producto de un lesbianismo del que no es consciente, un
tema atrevido para la época, transgresor. Un personaje que está íntima y
secretamente enamorado de Charlotte, por ello su aversión a Shannon, pero de lo
que no es del todo consciente, no ha acabado de canalizar sus sentimientos, la
verdad sobre sí misma. Un personaje muy complejo, perturbador y muy
interesante, atrevido para aquellos años. Gardner se lo insinuará bastante
explícitamente, clara siempre, como es ella. Burton, por su parte, desahogará
su vejiga en la maleta de Fellowes, pero se mostrará respetuoso, en un gesto
notable, con la estricta moralidad de la mujer, cuando interrumpa, con mucho
tacto, a Gardner en el momento que pensaba decirle todo sobre su lesbianismo.
Evita así las consecuencias que tendría esa verdad en la puritana dama.
Shannon, transgresor y respetuoso, una paradoja con alzacuellos de quita y pon.
En un pequeño inciso debo hacer referencia al papel de la
encantadora Peebles, interpretada por Mary Boylan.
Reflexiones de Shannon y Hannah sobre el plano de lo real y
el plano de lo fantástico, un conflicto siempre sugerente. La ruptura con el
plano de lo real impulsa a Shannon a liberarse de lo que él considera una
cadena que lo tiene preso, la cruz que tiene al cuello. Simbólico gesto. Cuando Hannah se la quite
la locura campará a sus anchas. Se lanzará al suicidio, al agua, pero será
alcanzado por los chicos-maraca.
Habrá actos de locura
y referencias a la misma, si bien Maxine minimiza los crispados gestos
histriónicos de Shannon, sabe que hay mucho de comedia, como manifiesta.
“Tienes todos los diablos en el cuerpo”.
Esta es la secuencia clave de la cinta, un clímax larguísimo
y creciente, muy bien modulado hacia la explosión emocional y resolución de
conflictos.
Reflexiones entre Kerr y Burton sobre la expiación de los
pecados, las ataduras. Burton estará atado en plano de inferioridad con respeto
a Kerr.
“¿Qué puede respetar en mí un hierático Buda femenino como
usted?”
Es magnífico el juego que hace Huston del sonido, oiremos
las maracas antes de ver nada y sabremos a la perfección lo que significan.
La necesidad y búsqueda de algo en lo que creer es uno de
los pilares de la conversación que mantendrán Shannon y Hannah. Shannon cree
encontrarlo en la religión, le viene de familia, pero no le acaba de
satisfacer. Al mismo tiempo iremos oyendo frases sueltas del poema que el
abuelo de Hannah sigue componiendo, todas perfectamente integradas y a colación
de lo que se habla y del momento en el que se encuentran los personajes,
especialmente Shannon. La lucidez del anciano.
El hogar como intimidad espiritual con el otro, no estar ni
sentirse solo como fin. Esta reflexión de Hannah se encadena con el momento
emocional que vive Maxine en ese momento, un montaje paralelo nos la mostrará
con los hombres-maraca en la playa, una vez más el agua y la sexualidad. Una
magistral escena repleta de erotismo, sensualidad, un furioso baño sexual.
Maxine intenta saciar con ellos, aunque sea momentáneamente y mediante el sexo,
la profunda soledad interior que siente, una soledad real y verdadera, esa
falta de hogar sobre la que reflexionaba Hannah. Maxine busca con desespero ese
hogar, esa compañía. La busca en Shannon, pero éste no se percata. Una soledad
que no cubren los sementales ni sus maracas.
Esta tensión emocional creciente desembocará en una
simbólica tormenta, como de costumbre fenómenos climatológicos simbolizando las
emociones de los personajes.
La conversación entre Burton y Kerr es realmente brillante e
intensa, puro Williams. En ella se abrirán ambos personajes, Hannah mostrará su
pureza y desinterés por el sexo, como el que tenía Fred, el difunto marido de
Maxine. Relatará dos sorprendentes experiencias íntimas “sexual-amorosas” que
tendrán poco de sexuales y de amorosas. Todo contrasta con la sexualidad de Shannon… y de Maxine.
Reflexionarán sobre las adicciones, los vicios, recursos
para ahuyentar a “los demonios azules” como los denomina Hannah, el miedo, el
pánico, ya sea con respiraciones intensas, el alcohol, la “maría”, dos nativos
con maracas… Métodos de evasión.
“La aceptación de la vida es, sin duda, el primer requisito
para vivirla”.
La redención a través de la resistencia, a través de los
trucos de evasión que sirvan para mantenerse en pie dentro de la vida. Un
objetivo, mantenerse de pie dentro de la vida hasta divisar la luz al final del
túnel, por ejemplo a Dios.
Estas reflexiones acaban liberando a Shannon, del mismo modo
se liberará a la iguana, su vínculo mantenido hasta el final. La iguana será
liberada en el mismo plano en el que aparece Gardner de vuelta de su baño nocturno con
maracas, seres atrapados en sus propias cárceles, mentalidades, miedos… esos
son sus barrotes y lazos.
Una vez llega esa liberación el poema del abuelo de Hannah
no podía hacer más que concluir. Una escena muy emotiva en el recitado del
bello poema que conmueve a los allí presentes, ya que penetra e identifica sus
propios sentimientos. Un poema que plasma lo visto en la trama, como si,
lúcido, el anciano absorbiese como una esponja las emociones y sentimientos de
su entorno. Una bella escena donde Maxine dedicará una mirada deseosa y amorosa
a Shannon mientras escuchan el recitado.
Rodada en un primer plano para el abuelo y con una
emocionada Hannah tras él en segundo plano fijando en papel el bello poema.
El poema también tendrá una referencia a Dios, de hecho el
abuelo, tras haber exprimido todo su talento y haber cumplido su función,
querrá rezar apartado, algo que también hará Kerr. La labor iluminadora del
anciano ha terminado, por tanto su muerte no tardará en llegar, en paz consigo
mismo.
“Dios ha jugado a ser Dios y lo ha libertado”.
La cara iluminada de Maxine, releyendo el poema, buscando la
comprensión, su liberación.
La búsqueda de esos hogares llega a su fin, nidos
construidos, inconscientes muchas veces, pero reconocidos finalmente, en los corazones
de Shannon y Maxine.
Hannah y Shannon tendrán una despedida tan fría como
entrañable. Él le dará su crucifijo a ella, un gesto simbólico y lógico, su aspecto más espiritual debe marchar. Un final extraordinario, con la pareja Shannon-Maxine asumiéndose finalmente, en
un bautismo de coco y ron. Es excepcional el hecho de que Huston corte,
finalice la película, mientras Burton se quita la corbata ayudado por Gardner,
la “última atadura”. También es brillante el hecho de que el alzacuello no se
sujete por estar roto el cierre. Son seres libres, incapaces de ataduras,
unidos de forma natural e irremediable. Ambos necesitan espiritualidad y
carnalidad, una relación perfecta.
Un reparto extraordinario del que se comentó que no se llevó
muy bien. John Huston mandó hacer unas pistolas de oro con balas de plata con
el nombre varios de los personajes mezclados en líos amorosos, Richard Burton,
Elizaberth Taylor (que se pasaba asiduamente por el rodaje), Sue Lyon, Ava
Gardner y Deborah Kerr, para que se mataran entre ellos si gustaban… El hecho es
que, según Huston, no hubo carnaza para la prensa porque todos se llevaron
estupendamente.
Una estructura como un círculo concéntrico, donde en los extremos tendríamos a Charlotte (Sue Lyon) y a la señorita Fellowes (Grayson Hall), como representantes de la lascivia y el puritanismo extremo respectivamente. En el centro estarían Hannah y Maxine, la espiritualidad y la pasión puras, definiendo el conflicto interno de Shannon, que se situaría en el centro de todo este grupo de mujeres. Del mismo modo irán desapareciendo en orden de la vida de Shannon, primero los extremos, Charlotte y Fellowes, y luego Hannah, una vez el protagonista elija a Maxine...
Una estructura como un círculo concéntrico, donde en los extremos tendríamos a Charlotte (Sue Lyon) y a la señorita Fellowes (Grayson Hall), como representantes de la lascivia y el puritanismo extremo respectivamente. En el centro estarían Hannah y Maxine, la espiritualidad y la pasión puras, definiendo el conflicto interno de Shannon, que se situaría en el centro de todo este grupo de mujeres. Del mismo modo irán desapareciendo en orden de la vida de Shannon, primero los extremos, Charlotte y Fellowes, y luego Hannah, una vez el protagonista elija a Maxine...
Otra extraordinaria obra de John Huston, con un magnífico
texto de Tennessee Williams, densa profunda, intensa, con humor y ritmo y en la
que no pesa su carácter teatral. Interpretaciones deslumbrantes, especialmente
de las féminas, y talento visual para transmitir la sensualidad, lo tórrido, la perturbación
del relato… Notabilísima.
Dedicada a Percival, espero que le haya gustado.
Sir Percy es un tío geande. Y muy inteligente. Y d exquisito gusto. Le habrá encantado.
ResponderEliminarA mí, desde luego, mucho. Q bueno eres, sensei.
(Suena muy groupie todo lo q digo pero I don't fucking mind. Lo pienso y lo escribo. Y punto.)
Lo es, querida Reina, por supuesto.
EliminarMuchas gracias jajaja. Un beso.