jueves, 12 de enero de 2012

Crítica: JAMES ELLROY: El Asesino de la Carretera




James Ellroy es uno de los mejores escritores actuales, una cita ineludible para todo el que le guste la novela negra y la lectura en general. Polémico, transgresor y de talento desmesurado, su estilo es absolutamente reconocible y personal y ha influido en numerosos escritores actuales que siguen su línea.
Su estilo ha evolucionado depurándose cada vez más, de una prosa más elaborada ha pasado a una escritura casi de telegrama. Frases cortas, concisas, eficaces, como cuchillos salvajes que se incrustan en el lector. Descripciones básicas sin adornos gratuitos, seca, dura y sudorosa. Cuando acabas una obra de Ellroy te sientes exhausto, pegajoso, como bañado en sangre, sudor y polvo. Un gustazo intenso y gratificante.
Aquí encontramos muchos de los rasgos característicos de su autor, aunque su estilo no esté tan definido como actualmente.
El libro, que nos ha llegado hace poco, no es reciente, es de 1986, con un Ellroy que ya mostraba su prosa y estilo duro, directo, contundente, sin lirismos pero más elaborado que lo sería posteriormente, cuando lo depuró de forma excepcional. Nos deja a demás un personaje extraordinario, el protagonista que nos cuenta sus memorias, Martin Michael Plunkett. Un asesino despiadado en un retrato magnífico de las interioridades de un monstruo y que dinamita, aunque algo confusamente, los postulados rousselianos.
Sin estar a la altura de sus mejores novelas al tratarse de una obra distinta, una novela de un único personaje en líneas generales, y la tardanza en llegar, que debido a la creación de novelas y películas posteriores que reflexionan sobre la psicología de los asesinos en serie (American Psycho, escrita por Bret Easton Ellis, “Henry: Retrato de un asesino” (1986) dirigida por John McNaughton…) puede perjudicarla,  lo cierto es que es una referencia pionera sin lugar a dudas. Destaca más por la evolución psicológica de su protagonista, excelente, que por el desarrollo narrativo de la historia, que es más lineal.
Su impacto ahora será menor del que pudo ser en su día debido a la proliferación de retratos de asesinos en serie pero no se puede discutir el talento literario y narrativo de Ellroy. Como ejemplo ese giro en la narración incluyendo un nuevo asesino en serie como personaje y un policía que sigue sus pasos.
Entre las cosas más llamativas, Ellroy nos deja una conversación entre su monstruo protagonista y Charles Manson, algo muy común en las novelas de Ellroy, la aparición de personajes reales.
Con profundas reflexiones sobre la maldad, su nacimiento o formación, si nace o se hace, lo que nos lleva a contradictorias refutaciones/planteamientos rousselianos, ya mencionados, y también a ciertas referencias nietzscheanas, “El asesino de la carretera” logra mantener la atención del lector hasta el final, un final profundamente perturbador.
Un final provocador, que pone la guinda al excelente estudio sobre la psique del asesino, de la patología, resultando además muy entretenido.
La bondad no tiene cabida en los universos ellroyianos, o bien está muy sometida por el entorno en que se mueven sus personajes que paradójicamente, si son los “buenos” de la función, a pesar de ser salvajes, brutales y despiadados son salvaguarda de ese “mundo normal” que es accesorio en Ellroy. Sus personajes a menudo miran a ese “mundo normal” con extrañeza. Los personajes positivos ocultan cierta bondad pero se mueven en la ambivalencia, en la cuerda floja y el límite en un mundo violento, amenazante, agresivo, brutal, verdaderamente salvaje, donde se ven obligados a minimizar su humanidad para sobrevivir. La única manera de sobrevivir en un mundo profundamente hostil.
Como todo Ellroy, muy recomendable.

3 comentarios:

  1. Aparezco menos que las neuronas de Messi12 de enero de 2012, 10:03

    Saludos Mr, querido amigo, espero ir volviendo poco a poco, si el tiempo y eaas cosas que me rodean llamadas seres humanos me lo van permitiendo.
    Gracias por la crítica de Ellroy, el puto amo. Ni poder del perro (buenísima) ni leches, el Elroycico y el Tom Wolfe son los reyes de la literatura americana. Ya tengo otro libro para leer.
    Hoy acabaré de releer, en homenaje a los 25 años desde que lo leí, en un maravilloso regalo de Reyes de 1987, la maravillosa CONJURA DE LOS NECIOS, con mayúsculas. Todo, absolutamente todo, lo recordaba, tal es la huella que dejó esa puta obra maestra. El pobre Kennedy ande podía haber llegado.
    Y ahora retomo a la Scarpetta, la maciza poli-forense de la Cornwell, a ver que desentraña.
    Un saludo y a ver como ando por ahí, haciendo el pavo lo que pueda.

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  2. Qué alegría me das cada vez que apareces querido Rustico. Se te echa de menos y dejo mensajillos por esos sitios que conocemos para ver cómo estás. Me alegra que te guste Ellroy, compartimos pasión por él, y por Tom Wolfe. Me ha gustado saber que tienes ese punto romántico de releerte un libro como homenaje, otra coincidencia más jajaja. Ya comentarás qué tal las nuevas lecturas, desde esta recomendación a la de Cornwell.

    Tus nicks son para enmarcar jajajajaja

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