Figura indispensable de la literatura, Patricia Highsmith es
un referente absoluto de la novela negra, de intriga y el thriller.
Highsmith no sólo ha deleitado a los amantes de las letras,
los cinéfilos también le estamos muy agradecidos, ya que gracias a sus obras hemos
disfrutado de brillantes películas que adaptaban algunas de ellas, no sólo de la
mano de Hitchcock con “Extraños en un tren” (1951) sino también en el cine francés con
“A pleno sol” (René Clement, 1960), que tuvo su remake en 1999 con “El talento
de Mr. Ripley” de Anthony Minghella.
De hecho, “Extraños en un tren” ha tenido varias versiones o
variantes, lo mismo que de la saga sobre Mr. Ripley se han realizado varios
films.
Esta misma novela, “Las dos caras de enero”, tuvo su
adaptación cinematográfica en 2014 dirigida por Hossein Amini y protagonizada
por Viggo Mortensen, Kirsten Dunst y Oscar Isaac.
Chester MacFarland es un estafador que recorre Europa junto
a su bella y joven mujer, Colette. Tras matar accidentalmente a un policía
griego que le seguía los pasos, la vida de la pareja quedará vinculada a la de
Rydal Keener, un joven que decide ayudarlos. Esta alianza de difícil equilibrio
y relaciones ambiguas en el trío quedará sepultada en manipulaciones,
chantajes, deseos y engaños.
Gusta mucho a la Highsmith llevarnos por lugares exóticos,
turísticos, europeos, donde poder recrearse en el hedonismo, los entornos
lujosos con personajes adinerados, pero siempre en un núcleo cerrado. Si en “El
talento de Mr.Ripley” viajábamos por Italia aquí pasaremos una buena temporada en
Grecia.
Y es que la novela que nos ocupa es tributaria, de forma
evidente, de la saga Ripley, especialmente de “El talento de Mr. Ripley”, su
episodio más conocido y reputado. Su atmósfera veraniega, las relaciones
ambiguas y turbulentas, la degradación moral paulatina, la diversificación de
personalidades, la ocultación de crímenes… El estilo general y pasajes en
particular, vinculan ambas novelas de forma inequívoca.
Falsas amistades, crímenes pasionales, escenas con cadáveres
cargando… hermanan ambas novelas…
La usurpación de la identidad, la diversificación de la
misma, la suplantación de personalidades, son temas muy usados por Highsmith y
que lleva a interesantes reflexiones. Una forma de despersonalización
emparentada con la inmersión en la inmoralidad.
Los personajes que suplantan y/o diversifican sus identidades tienden a difuminarse, una agónica desaparición a través del
cambio de identidad, que se acaba convirtiendo en la única manera de existir…
Vivir, existir, a través de las
identidades de otros.
Chester se verá obligado a “comprar” varias identidades
nuevas para poder moverse y huir de la justicia, lo mismo que Rydal. Un Rydal
que es una especie de Tom Ripley cobarde y blando; quiere ser como él pero
no se atreve porque tiene más escrúpulos y no cae en la amoralidad total de
aquel.
Las relaciones en las novelas de Highsmith son ambiguas,
complejas, difusas, enfermizas incluso. Juegos psicológicos repletos de
falsedades, atracciones inconscientes o conscientes y manipulaciones. En muchas
de ellas se hace evidente la homosexualidad de los personajes, aunque no es el
caso de esta que comento. Aquí, aunque tenemos una relación ambigua y extraña,
no llega a sugerirse esto.
La propia homosexualidad de Highsmith ha quedado filtrada en su obra, con algunos
relatos muy transgresores para su época tratando ese tema. Incluso en sus
novelas de intriga se aprecian tendencias homosexuales, como en Ripley sin ir
más lejos.
La relación de Chester y Rydal es ambigua y extraña, muy
psicológica, con un enfermizo toque paterno filial, pero no es lo mejor de
la obra, ya que muchos comportamientos son complicados de entender o
justificar, así como muchas de las motivaciones de ambos. Trucos,
comportamientos, actos e inacciones que en ocasiones restan solidez. Una
relación que no termina de culminar, dando demasiados rodeos para nada. Poco
concluyente.
Con todo, como la gran mayoría de las obras de Patricia
Highsmith, “Las dos caras de enero” tiene una gran complejidad psicológica, es
detallista al máximo y muy inteligente, retratando dos personajes brillantes, aunque
menos de lo que pretenden, desgranando todos los sucesos y pasos con una
habilidad, una inteligencia y una facilidad y claridad de exposición
encomiables. Sí, Highsmith es muy detallista.
Hay algo enfermizo, obsesivo y perturbado en los tres
personajes, especialmente en los masculinos, ya que la chica es un alma frívola
y libre. No acaban de caer bien ninguno. El caso más sangrante es con Rydal,
supuesto protagonista, lo que dota a la obra de mucho interés.
La mentira y el crimen también son temas básicos en su obra, del
mismo modo que el materialismo, el anhelo de lo ajeno y el sentimiento de
culpa.
Hay mucha sensualidad en la obra de Highsmith, aquí destaca
especialmente en la primera parte de la novela. Una primera parte donde existe
cierta morosidad: se desarrollan las relaciones y las distintas personalidades
de los personajes, pero una vez planteada la peripecia no ocurre apenas nada.
Un universo de hoteles, whisky, relaciones enfermizas y
ambiguas, pasaportes falsos y turismo tenso.
Highsmith lleva su narración en tercera persona cambiando el
punto de vista, que nos manda de Rydal a Chester episódicamente.
Sin ser su mejor obra, ni mucho menos, Highsmith siempre es
una buena apuesta si te gusta la novela negra o de intriga.
Gran análisis. Es exactamente como dices. Siempre esa atmósfera enfermiza, q causa desasosiego. O al menos esa es la sensación q recuerdo al pensar en la película de Ripley, con ese triángulo entre Damon, Paltrow y Law.
ResponderEliminarBss
Así es, y esta va en esa misma onda. Muchas gracias, Reina.
EliminarBesos.