lunes, 2 de noviembre de 2015

Crítica: NUEVE MESES (1995)

CHRIS COLUMBUS










Director de un buen número de comedias exitosas y luego eficaz artesano en todo tipo de géneros, desde el drama lacrimógeno a sagas de niños magos, Chris Columbus suele ser sinónimo de cine de evasión, entretenimiento…y éxito.

Su filmografía no destaca, precisamente, por el número de sus obras maestras, pero en cuanto cite títulos de sus películas la mayoría de vosotros tendréis que reconocer que las habéis visto, desde principios de los 90 hasta la actualidad. Títulos de éxito, referentes del cine mainstream juvenil, infantil o adulto que no pasarán a la historia por su calidad pero que sí serán eternamente recordados. “Solo en casa” (1990) y su secuela, “Solo en casa 2: Perdido en Nueva York” (1992), “Señora Doubtfire, papá de por vida” (1993), “Quédate a mi lado” (1998), “El hombre bicentenario” (1999), padre de la saga de Harry Potter como director de las dos primeras entregas: “Harry Potter y la piedra filosofal” (2001) y “Harry Potter y la cámara secreta” (2002), “Percy Jackson y el ladrón del rayo” (2010)… “Rent” (2005), un musical dramático que pasa por ser uno de sus títulos más notables...



Con “Nueve meses”, Columbus nos entrega una comedia convencional y agradable para casi toda la familia, una cinta que lo último que pretende es trascender o transgredir, sólo quiere hacer pasar un buen rato y lo cierto es que a pesar de sus irregularidades lo logra si la ves desprejuiciadamente. Exagerados gags y humor que acaba siendo casi surrealista, en las andanzas de ese inmaduro Hugh Grant que decide lanzarse a un tobogán de evasión por su miedo al compromiso y la paternidad, que le acabará castigando y obligando a la madurez, moderadamente.



Esta idea ha sido considerada por muchos como conservadora, la idea de que la madurez y el sentido último de la vida esté en formar una familia y apostar por la paternidad y el compromiso con una pareja, ya que al pobre Grant le pasará de todo cuando le entra el miedo una vez se entera de que su chica, Julianne Moore, se ha quedado embarazada.

Si bien esta es una posible lectura, no creo que sea el propósito de la película, ligera completamente, que habla o reflexiona más bien sobre la necesidad del compromiso, especialmente si tienes pareja, la evolución de un proyecto conjunto, que en unos casos será teniendo una familia y en otros otra cosa, pero éste que nos ocupa, la familia, es el más habitual, por lo que es el ejemplo más sencillo y eficaz para desarrollar tal reflexión. No soy muy partidario de los que siempre creen ver apologías conservadoras o las miran como si fuera algo malo per se, evidentemente. Es cierto que la pareja de amigos también apuesta por la familia y el personaje de Goldblum se arrepiente de sus palabras de solterón empedernido y feliz, que redundan en esa idea de familia, pero en ningún caso tiene por qué ser algo negativo.



Estamos ante una comedia amable, superficial, ligera, pero eficaz que, como he comentado, no es en absoluto retrógrada. Comprometerse y querer a alguien no es retrogrado, buscarle sentidos retrógrados a este tipo de comedias no deja de ser divertido.

¿Conservadora? No sé. ¿Que trata de temas y formas de enfrentarse a ellos completamente normales? Sí. De hecho, el comportamiento y actitud del personaje que interpreta Julianne Moore podría ser el más reprochable.

Nueve meses” es un remake de una cinta francesa titulada igual rodada un año antes (dirigida por Patrick Braoudé, 1994), y podría definirse como el reverso amable y cómico de “Cabeza borradora” (1977), la opera prima del gran David Lynch, donde desarrollaba el miedo a la paternidad con su habitual estilo críptico, surrealista, “pesadillesco” y terrorífico.

Hugh Grant siempre me ha caído bien, me resulta simpático y un actor muy eficaz en la comedia con su cascada de tics, su ironía y elegancia británica. Una vez pasada la tontería que lo comparaba con Cary Grant en sus inicios, cabe reflexionar sobre la carrera del actor y sus méritos.

Grant ha sido, indiscutiblemente, gracias a su encanto y carisma, uno de los grandes nombres de la comedia romántica de los 90 y la primera década de 2000, si no el principal desde el lado masculino, pero lo cierto es que Grant era más que eso antes de que llegara su tremendo éxito, sobre todo entre las féminas, con la encantadora “Cuatro bodas y un funeral” (Mike Newell, 1994). “Remando al viento” (Gonzalo Suárez, 1988), “Maurice” (James Ivory, 1987), “El amanecer” (Robert Knights, 1988) “Hechizo en la India” (Nicolas Klotz, 1988), “Pasiones privadas de una mujer” (James Lapine, 1991) o “Lunas de hiel” (Roman Polanski, 1992) muestran otros registros del actor, hasta el punto de que le llevaron a ganar el premio al mejor actor en el festival de Venecia por “Maurice”.





Cuando estaba a punto de dejar su carrera de actor llegó “Cuatro bodas y un funeral” y todo cambió, un papel que le encasilló en un rol de galán romántico con toque cínico e irónico, de ahí la comparación con Cary Grant, imagino, además del apellido, y del que no pudo deshacerse en sus posteriores intentos en otros géneros. En cualquier caso es de resaltar que grandes directores han contado con él, muy dotado para la comedia, y que ha participado en un buen número de joyas con varias obras maestras incluidas. Obras maestras como “Lo que queda del día” (James Ivory, 1993) y “Sentido y sensibilidad” (Ang Lee, 1995), encantadoras joyas como “El inglés que subió una colina pero bajó una montaña” (Christopher Monguer, 1995), indispensables títulos de la comedia romántica moderna como la mencionada “Cuatro bodas y un funeral” (Mike Newell, 1994), la sensacional “Notting Hill” (Roger Mitchell, 1999), y la estupenda “Love actually” (Richard Curtis, 2003), sus participaciones en la saga de Brigdet Jones, con “El diario de Bridget Jones” (Sharon Maguire, 2001) y “El diario de Bridget Jones: Sobreviviré” (Beeban Kidron, 2004), la aceptable “Restauración” (Michael Hoffman, 1994) o comedias simpáticas y correctas, más convencionales, como “Mickey ojos azules” (Kelly Makin, 1999), “Granujas de medio pelo” (Woody Allen, 2000) o “Un niño grande” (Paul y Chris Weitz, 2002)… son algunos de los títulos a reivindicar del actor.



Aquí el actor está en su salsa, una comedia romántica a su medida sobre el miedo a la paternidad y que va tornando de una concepción familiar a un desfase de vodevil surrealista y alocado de ritmo desquiciado y frenético.






Siendo irregular en sus gags, el principal recurso del film, lo cierto es que reí sin complejos en muchos momentos, porque los hay muy divertidos. Nadie cuestiona la simplicidad de la propuesta, ni de sus temas ni de muchos de sus recursos cómicos, pero tampoco le voy a negar la eficacia y la gracia a muchos de esos momentos cómicos. Mis preferidos están en las sesiones del psicólogo Hugh Grant con alguno de sus jóvenes pacientes, especialmente con uno sencillamente impagable, pero también son destacables la pelea en el centro comercial y el tour de force de los 20 minutos finales, completamente alocados y con muchos momentos hilarantes.  



-Truman: Mi padre es imbécil.

-Samuel: De acuerdo. Bien. Interesante. ¿Quizá querrías explicarte un poco más para mí, Truman?

-Truman: .

-Samuel: ¡Fantástico!

-Truman: Mi padre es un PEDAZO de imbécil.

-Samuel: Bien



-Truman: Parece que vas a vomitar.

-Samuel: No, estoy bien. Gracias Truman. Sólo escuchaba lo que decías. Interesante, esa fue una frase clave… ¿Te importaría repetirla sólo para que pueda anotarla?

-Truman: Eres imbécil.

-Samuel: Bien

-Truman: ¡Y mi padre un cabrón!






Las interpretaciones son, en su mayoría, correctas, con Hugh Grant a la cabeza, que nos deja una buena muestra del carrusel de tics y tartamudeos que le han hecho famoso en este tipo de comedias comerciales. Robin Williams, totalmente desfasado y disfrutando como un enano, está muy divertido, y Julianne Moore, en un papel menos agradecido, cumple a la perfección. Tom Arnold no está mal aunque resulta cargante en ocasiones, Joan Cusack correcta, como casi siempre, y Jeff Goldblum soso.


La dirección de Columbus sabe dónde poner el acento, con un buen uso del plano general sobre todo en los gags más físicos, que hay muchos. Lamentablemente no todos estos gags están a la altura de los delirantes y surrealistas 20 minutos finales, pero en general la película hace pasar un rato divertido. De hecho, el toque surrealista de muchos momentos se agradece.


En definitiva, una comedia romántica típica para ver en un día aburrido y sin ser muy exigentes.



4 comentarios:

  1. Interesante reflexión sobre el objetivo de la cinta, con el q estoy muy de acuerdo. Al fin y al cabo, la familia (se quiera ver o no) es un pilar básico en la sociedad, sobre el que se estructura su marcha. Efectivamente, el compromiso, la asunción de las responsabilidades suponen pasos en la madurez, y crear una familia es una de las más importantes decisiones en la vida de las personas. Llevar adelante el crecimiento de un hijo, acompañarle en ese camino es un hecho fundamental, clave, para que la persona que pueda llegar a ser sea feliz y capaz, aportando y revirtiendo en la sociedad los valores (los buenos, a ser posible, y por desgracia los errores) que los padres transmiten. Los conflictos personales que esa responsabilidad crea son los q utiliza el director en clave de humor. Y estoy contigo en que eso no es conservador. Es. Y punto.
    Diaquisiciones filosóficas aparte, Grant es un actor muy divertido, que hace pasar buenos ratos.
    Y esta peli hace reír y quizá, rizando el rizo, hace pensar en lo que formar una familia supone.
    Gracias por tu trabajo, como siempre, resulta agradable desconectar de las preocupaciones que todos tenemos, con análisis como los tuyos que, aunque con un tono ligero pero desde luego bien fundamentado y con profusión de información, hacen pensar.
    Bss!

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    1. Excelente mensaje, Reina. Así es. El legado. Yo digo más, no es uno de los pilares, es el pilar básico. Lo has explicado todo perfectamente, esa transmisión, esas familias, esas enseñanzas, son las que hacen crecer a las personas y a la sociedad, la que la mantienen… ¿Vamos a hacernos los tontos sobre cómo afecta a un niño una fractura familiar? ¿Vamos a mirar para otro lado sobre cómo se siente la gente a la que le falta esa raigambre, lo que busca y añora tener una cuando pasa el tiempo, cuando ve que no la tiene?

      Esto además se hace más patente conforme avanza el tiempo, cuando maduramos, crecemos y envejecemos, donde añoramos todo más, porque somos más conscientes de lo que podemos perder, de lo que irremediablemente vamos a perder cuando no estemos.

      Además, se habla de lo conservador como algo negativo. Me opongo. Es el natural del ser humano, por lo explicado antes, esa consciencia, te lleva a querer conservarlo, es lógico. Me toca las narices ese sentido negativo a “lo conservador”. No lo tiene.

      ¿Hay otras familias que se han incorporado, distintas, más actuales, verdaderas? Por supuesto, pero, ¿por eso hay que negar la principal y natural? Menuda tontería.

      Gracias por tu reflexión, Reina!

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    2. Gracias a ti por esta nueva y espléndida aportación, con la que coincido absolutamente.
      Un beso!!!

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