Uno de los aspectos más notables del guión y la narración es
cómo vamos conociendo la personalidad y vida de la asesinada sin que la veamos
en pantalla (tan solo brevemente en el momento en el que es asesinada y luego
en el depósito), y sin que tenga una sola línea de diálogo, hasta el punto de
constituirse en el personaje mejor definido de toda la cinta, o uno de los que
mejor quedan definidos.
La película además de todos los rigores de la investigación
y papeleos no renuncia a la acción, algo que no puede faltar en el trabajo
policial. Las escenas de acción de la cinta son realmente excelentes, muy bien
rodadas e incluso influyentes, como comentaremos a cerca del clímax final.
Dassin se muestra como pez en el agua en este tipo de escenas, muy virtuoso,
sólo hace falta recordar el viaje en camión en “Mercado de ladrones” (1949), la
agobiante y asfixiante persecución a Richard Widmark en “Noche en la ciudad”
(1950) o la parte final de “Rififí” (1955). Aquí tendremos la frustrada
persecución de Halloran al agresor del mentirosísimo Frank Niles, y un clímax
final de antología en la persecución al asesino. En este punto la desdichada
novia (Dorothy Hart), abrirá los ojos con respecto a su novio, se dará cuenta
de lo que en realidad significa para él, o sea nada.
El trabajo de calle de Halloran estará unido a un buen
número de escaleras, unas las subirá, otras las bajará y otras le servirán de
lugar de pausa, como en la escena donde lo observa su mujer mientras habla con
su jefe por teléfono. Además le veremos subir por un tremendo ascensor hasta el
tejado de un gran rascacielos, mientras habla de su hijo, para entrevistarse
con el hermano del sospechoso. Una buena forma visual de mostrar el progreso en
la investigación a pie de campo, nunca mejor dicho. Recordar que en la
persecución al agresor de Frank Niles nuestro joven detective también tuvo que
bajar por unas escaleras de incendio.
Los metros y los trenes tendrá una presencia constante en
las escenas de transición, además de en las escenas donde se nos muestran
estampas cotidianas, gente apretándose para entrar en metros, trenes atravesando
la ciudad, gente utilizando las paradas… incluso nuestro asesino intentará
montarse en un autobús abarrotado, aunque no lo logrará. De hecho nuestro asesino aparecerá recurrentemente insertado en estas estampas cotidianas de la gran ciudad casi sin darnos cuenta. Perfecta fusión de
trama y retrato de una ciudad que actúa como un personaje más.
De igual manera, en este estilo documental buscado por Dassin
disfrutaremos de numerosas escenas por las calles de la ciudad, con los actores
mezclándose de forma natural con los ciudadanos, calles abarrotadas y
concurridas. Este es otro aspecto característico de Dassin, su facilidad para
mostrar entornos, especialmente urbanos, centrándonos en sus cintas negras de
nuevo, no cabe sino admirarse de su trabajo en el mercado que crea para
“Mercado de ladrones”, su retrato de la ciudad en “Noche en la ciudad” con la
memorable persecución final, o en la misma “Rififí”, con esa calle adyacente al
edificio que está siendo robado y el amanecer ejemplarmente retratado una vez
cometido el robo. Aquí alcanzaremos el clímax también en la espectacular
persecución final donde la cuidad se alza esplendorosa en todo momento.
Siguiendo con este aspecto veremos a los policías en su
incansable sondeo a ciudadanos con la esperanza de conseguir un dato, una pista
que les permita encontrar a una persona, a una aguja en un pajar. Cada
habitante puede ser una ayuda, la ciudad viva, la ciudad palpita, la ciudad
desvela secretos.
La parte final, una vez ambos detectives descubran la identidad del asesino, es un clímax creciente y magnífico, con escenas de gran intensidad, ya sean dramáticas o de acción. En el primero de los casos tendremos la confesión e intento de suicidio del doctor Stoneman (House Jameson) y por el otro el encuentro entre Halloran y el musculo luchador asesino Garzah, que interpreta Ted de Corsia. El encuentro entre Halloran y Garzah está magníficamente rodado, vemos al luchador por la rendija de la puerta de su casa cuando Halloran la abre tras llamar, planos fijos el luchador haciendo abdominales, saliendo y entrando en plano en cada levantamiento, la tensión es creciente hasta llegar a un plano donde Garzah se mira en el espejo, que anticipa su reacción y muestra su disimulo y mentira en su comportamiento. Desde luego nuestro policía peca de imprudente, suponemos que efecto de la edad y la falta de experiencia, al enfrentarse con un luchador profesional.
Un detalle interesante del guión es la consideración que la
dueña de la tienda que da el nombre y la zona por la que vive Garzah, tiene de
éste. Lo define como una bellísima persona que trata estupendamente a los
niños, algo que parece cierto al ser una niña la que da la dirección concreta
del luchador a Halloran. Sutiles elementos que crean un personaje que se aleja
así del maniqueísmo.
Llegamos al clímax final, una persecución espectacular que
seguro influyó en “The French Connection, contra el imperio de la droga” (William
Friedkin, 1971). Comenzamos con la paliza que el bueno de Willy Garzah propina
a nuestro protagonista, que lo deja inconsciente. Luego veremos cómo ambos pasan
por la parte trasera de su edificio, que está lleno de lápidas y que avanzan el
final de nuestro villano.
De aquí entramos de lleno en la ciudad, en una deslumbrante
persecución donde Dassin usa las calles y todo lo que puede de Nueva York de
forma ejemplar y con una cantidad de recursos deslumbrante, travellings,
picados, planos generales… el metro, las calles atestadas de personas,
autobuses, el tráfico, el mercado… la fusión perfecta de todos los postulados
de la película, con esa ciudad albergando la persecución y siendo parte
esencial de la misma en el punto culminante de la narración.
Otra escalera aparecerá en el lugar en el que Garzah mata al
perro del hombre ciego, también serán lugares importantes el metro y el puente
de Williamsburg, muy simbólicos. Para rematar la magnífica persecución
tendremos un derroche de escaleras en la subida de Garzah para huir de la
policía por dicho puente. Las alturas, las escaleras, los picados, los
contrapicados…se multiplican escenificando la tensión y conflicto del momento.
Las escaleras representan la evolución de la investigación, por ello serán
escenario, en un puente además, de la resolución definitiva de la misma.
El final, con la muerte de Garzah en lo alto del puente,
puede recordar al mítico final de la indispensable “Al rojo vivo” (Raoul Walsh,
1949).
Una vez la trepidante escena de acción llega a su final
tendremos breves momentos de relax, planos solitarios y pensativos de los
protagonistas, de Muldoon, Frank Niles, su novia… salvo el de Halloran, que
estará acompañado por su mujer, y el de los padres de la chica muerta.
Dassin reflexionará sobre el verdadero significado de todo
lo que vimos, cómo todo esto se convertirá en una historia más que se olvidará
al día siguiente, de consumo rápido, como si tuviera que dejar sitio al
siguiente suceso o asesinato que esté por venir…
Barry Fitzgerald realiza una magnífica interpretación, con
su habitual sentido del humor e ironía. El resto del reparto está correcto y
cumplidor.
La labor de William Daniels, habitual de las cintas de Greta
Garbo, hasta el punto de que la actriz lo imponía siempre como director de
fotografía para sus películas, es soberbia en ese retrato realista y casi
documental de Nueva York. Una de las grandes cintas sobre la ciudad, retratada
a la perfección.
Como curiosidad decir que esta cinta inspiró la serie “Naked
City” (1958-1963). Se puede intuir la influencia de Arthur Fellig, el fotógrafo
en que se basó la película “El ojo público” (Howard Franklin, 1992), a nivel
estético, de hecho el título de la película es igual al de uno de sus libros de
fotografía.
La trama en sí no tiene un interés especial, está bien sin
más, lo que verdaderamente hace notable a esta obra de Dassin es su forma de
contarla.
Otra joya de Jules Dassin.
Dedicada a Pepe William Munny, un madridista cinéfilo de verdadera categoría.
¡Qué puedo añadir a otra sublime crítica! Pues aprender y disfrutar de todo lo que expones, desmenuzando magistralmente la película. Agradecido enormemente por la dedicación y la amabilidad mostrada siempre. Un placer y un honor, sin duda alguna.
ResponderEliminarEl placer ha sido y es mio, con seguidores así da gusto.
EliminarUn abrazo fuerte!