Rob Reiner es un director que cuando acierta lo hace por
todo lo alto, un artesano al que tengo especial cariño por lo que me ha hecho
disfrutar, y si bien es cierto que su filmografía es irregular con muchos
títulos intrascendentes también lo es que en todas sus obras hay aspectos
interesantes, ya sea por el humor siempre acertado que contienen, con grandes
diálogos, o por los momentos de sensibilidad exquisita que nos muestra.
Reiner es un director que se maneja excelentemente con las
relaciones humanas, las de amistad, las amorosas, la mezcla y el conflicto entre
ambas, sacándoles un partido extraordinario sobre todo cuando se mueve en
comedias o dramas donde poder mostrar su sentido del humor, ahí tenemos la
imprescindible historia de amor puro y amistad que es “La princesa prometida”
(1987), el estudio y reflexión sobre los límites que separan la amistad del
amor en la excelente “Cuando Harry encontró a Sally” (1989), las dificultades
de las relaciones de pareja en la esa versión light de “Dos en la carretera”
(Stanley Donen, 1967), que es “Historia de lo nuestro” (1999), o sus cintas
donde la amistad es la relación principal que mueve y motiva a los personajes,
algo que de alguna forma lo define también como uno de esos cineastas de la
amistad, como podemos comprobar en cintas como “Ahora o nunca” (2007), “Algunos
hombres buenos” (1992), donde la relación entre Demi Moore y Tom Cruise jamás
traspasa los estrictos límites de la amistad y la admiración en una idea
sumamente original, o en la que nos ocupa, “Cuenta conmigo”, una cinta sobre la
amistad en la infancia y adolescencia, sobre la amistad más pura.
“Cuenta conmigo” inicia la mejor época del cineasta, donde
encadenó joya tras joya de forma consecutiva, su época de esplendor. “Cuenta
conmigo” (1986), “La princesa prometida” (1987), “Cuando Harry encontró a
Sally” (1989), “Misery” (1990) y “Algunos hombres buenos” (1992).
La cinta cuenta una historia de amistad pero también del
punto culminante de una relación y una etapa, donde la inocencia que lo
inundaba todo hasta ese momento se acabará perdiendo en medio de la experiencia
que vivirán los cuatro amigos. Una historia de transición y conocimiento hacia
lo adulto con las pérdidas que eso conlleva.
En el mismo comienzo Reiner marca la pauta de su estilo
clásico y preciso, sin alardes. Tres planos, uno general mostrando el paisaje
donde vemos un coche, un segundo plano medio centrándonos en el automóvil y el
último que nos presenta al conductor (Richard Dreyfuss). A estos planos de
preciso lenguaje clásico les sigue un inserto de un periódico que anuncia la
muerte de Christopher Chambers, justo en el momento en el que dos chavales con
sus bicicletas llaman la atención del conductor, que pierde su mirada en ellos
viendo como se alejan. De esta sutil manera Reiner no sólo logra una atmósfera
nostálgica, que será la que impregne su cinta en líneas generales, sino que sin
palabras es capaz de introducirnos en el drama y lo que sucede, un conductor
solitario en medio de la nada que necesita espacio y tiempo para pensar y
sentir la muerte de un amigo de la infancia, un amigo muy especial con el que
compartió vagabundeos infantiles como el de los chicos que se cruzan con él. Un
amigo que además será inspirador e impulsor a su carrera de escritor.
La magia ha comenzado.
En menos de 90 minutos el director y sus jóvenes actores nos
transportarán a un tiempo no tan lejano en nuestras vidas donde todo era
fascinante y misterioso, donde cualquier cosa podía ser una aventura, o
convertirse en tal.
Los chavales que nuestro narrador ve pasar serán el vehículo
perfecto para introducirnos en el flashback que será el grueso de la película.
Un cruce, el de los chicos con el conductor, que está lleno de contrastes, las
bicis con respecto al coche, el progreso con respecto a lo auténtico, la
madurez y evolución con respecto a la inocencia perdida… La noticia de la
muerte de su amigo provoca una gran perturbación y añoranza en el personaje. Todo
esto genera un cúmulo de recuerdos y dudas en Gordie (Dreyfuss adulto). Es
verdad que nunca queda afianzado que “el escritor” (Dreyfuss), como pone en los
títulos de crédito, sea el Gordie que aparece en el flashback, pero no cabe
duda de que se identifica con él.
“Tenía 12 años, estaba a punto de cumplir los 13, cuando vi
por primera vez un ser humano muerto…”. Así comienza el flashback donde Reiner
nos retrata la vida en un pequeñísimo pueblo de Oregón, típicamente americano,
ideal para universalizar su mensaje, con chavales como los de todos los
pueblos, con amigos como los de todos los pueblos que hacen cosas como los
chicos de todos los pueblos. Ellos vivirán su particular aventura inolvidable
en el viaje de iniciación en que se convertirá su búsqueda del cadáver de un
chico muerto.
Es en una casa árbol, punto de reunión de la pandilla, donde
se nos presenta a los cuatro amigos. Gordie (Wil Wheaton), Chris (River Phoenix), Teddy (Corey Feldman) y
Vern (Jerry O’Connell). Diálogos descarados, bromas y vaciles y la voz
over del narrador describiendo a los componentes de la pandilla. Como mandan
los cánones cada amigo es totalmente distinto a los demás, contrastes en todos
los sentidos. Un friki perdedor y alocado, Teddy; el jefe, y uno de los grandes
personajes de los 80, Chris; el gordito, inseguro e ingenuo Vern; y nuestro
protagonista, el más maduro en apariencia.
Vern contará su secreto a la pandilla y Reiner nos
introducirá entonces en un flashback dentro de un flashback, rodando el
descubrimiento de la noticia con la fascinación de un niño, con planos
“secretos” desde el punto de vista oculto de Vern oyendo la conversación donde
se desvela el misterio. Planos espías, en contrapicado la mayoría, entre rejas
de madera y con encuadres dentro del propio encuadre que acentúan el carácter
especial y fascinador del momento del descubrimiento bajo el porche. Un porche
donde Vern escondió otro secreto, su tesoro… que ahora no encuentra. El
clasicismo artesanal de Reiner es total.
La naturalidad es otro de los elementos que hacen de “Cuenta
conmigo” algo especial, ya mencioné como Reiner no se recrea ni subraya, pero
además la relación entre los protagonistas y los diálogos de la cinta en general
transmiten esa naturalidad, cómo se interrumpen o dicen burradas tremendas… Como
ejemplo, cuando Vern espía a los dos jóvenes que desvelan el secreto del chico
muerto, escucha como uno dice “podríamos hacer una llamada homónima”, y se dice
con total naturalidad, sin subrayar la broma y sin que nadie la corrija para
hacer hincapié en ella.
La idea del flashback dentro del flashback es muy buena y se
repite en varias ocasiones, un interesante juego con los puntos de vista. Aquí
Dreyfuss, el narrador, nos cuenta lo que les contó Vern, que era el único
testigo presencial de la escena. Esto, que podría presentar problemas de punto
de vista, se salva con la idea de que el narrador no sólo nos cuenta la
historia, sino que escribe un libro y aplica en él su carácter omnisciente. Un
magnífico uso del punto de vista.
En la amistad hay vaciles crueles, meterse con el resto es
un hobbie, pero todos saben las reglas, y lo que es más importante, los límites,
y así además de los vaciles que se aguantan y respetan también habrá
reconocimientos a los méritos de cada uno. La amistad en suma.
Chis viene de un entorno familiar difícil, Gordie se siente
ignorado por sus padres y siempre acomplejado por las continuas comparaciones
que su padre le hace con respecto a su hermano, Teddy fue atacado por su padre
que está internado en un psiquiátrico…
El hermano mayor del protagonista murió joven en un
accidente, un hermano que lo quería con locura y al que él quería y admiraba
igualmente. Siempre cariñoso con Gordie, el personaje que interpreta en los
flashback John Cusack es absolutamente encantador. La muerte de Denny, Cusack,
un prometedor jugador de fútbol americano, afectó dramáticamente a la familia.
Otro buen detalle del manejo preciso del lenguaje
cinematográfico clásico y el punto de vista lo tenemos en la escena donde vemos
a los padres trabajando, tendiendo y arando. Vemos en contrapicado como Gordie
se asoma a la ventana para preguntar algo pero la madre lo ignorará. Cuando su
padre le conteste tendremos un primer plano del chico en la ventana y el punto
de vista pasará a ser el de él, así veremos a los padres en picado desde la
ventana de Gordie haciendo sus labores. Se muestra así la lejanía e
indiferencia, la distancia, entre su familia y Gordie, así como el dramatismo,
en los picados y contrapicados, de la situación. No hace falta más.
La habitación-santuario de Denny hace rememorar algunos
momentos a Gordie con su hermano, todos hermosos, en un nuevo flashback dentro
del flashback.
Se convierte así la amistad, además de todo lo que menciono
y mencionaré, en un refugio, en el lugar en el que refugiarse de la familia y
los entornos difíciles u hostiles. Seremos testigos de cómo el padre acosa a
Gordie y desprecia a sus amigos comparándolos con los de su hermano Denny.
Dedicada a Kufisto, que sé que aprecia esta cinta.
Encantadora cinta y estupendo análisis.
ResponderEliminarLas historias que narran el paso de la lumInosa infancia a la realidad me suelen gustar mucho.
Provocan en mí ese sentimiento de melancolía, la hermana guapa de la tristeza.
Enhorabena al gran Kufis, que se merece este detalle.
Ya ti Sensei, por volver con esta linda peli.
Besos
Muchas gracias R, la verdad que sí, son temas que me gustan especialmente. La película es una pequeña joya. Me alegra tu vuelta también jeje.
ResponderEliminarUn beso.