Perteneciente a la primera época americana de Douglas Sirk,
en la que nos regaló varios títulos de intriga y misterio, de cine negro e
incluso propagandístico, “Pacto tenebroso” es una especie de “Luz que agoniza”
(George Cukor, 1944), menor.
Allison (Claudette Colbert), se despierta en el
compartimento de un tren, parece turbada y desorientada, no sabe ni qué hace ni cómo
llegó allí. Tampoco recuerda cómo la pistola que descubre llegó a parar a su
bolso. Cuando el tren llegue a su destino llamará a su marido (Don Ameche), que
había llamado a la policía para iniciar las misiones de búsqueda.
Con este atractivo punto de partida se inicia una intriga
que va de más a menos, bien elaborada y donde el talento de Sirk se aprecia a
cada momento.
Ameche y Colbert habían coincidido en esa obra maestra que
es “Medianoche” (Mitchell Leisen, 1939), además de alguna otra película, aquí
el tono cambia con respecto a la cinta guionizada por Billy Wilder y de la
comedia pasamos al terror psicológico, el thriller.
Tanto Colbert como Ameche trabajaron varias veces con Sirk,
la actriz en “Tempestad en la cumbre” (1951) y el actor en “Slightly French”
(1949), ambas posteriores a la que nos ocupa. “Tempestad en la cumbre” es la
que más similitudes guarda con ésta, otra cinta de intriga bastante
interesante.
“Pacto tenebroso” es irregular, ciertos lastres de guión o
que hubiera títulos precedente muy brillantes y de más enjundia no son aspectos
que jueguen a favor de la cinta, pero independientemente de esto se disfruta
enormemente.
Estos lastes de guión son los que hacen que la película
pierda fuelle, la falta de ambigüedad, ciertos trucos e inverosimilitudes para
crear la intriga, acaban afectando a la evolución de la historia, pero el
poderoso inicio y la buena labor de Sirk, con un uso magistral de las sombras,
logran llevar a buen puerto la cinta.
Desde la primera aparición de Ameche sospechamos de él. El
plano en contrapicado de una tortuosa escalera en la casa de la pareja
protagonista se nos relaciona con la retorcida mente del personaje.
Como he comentado en otras ocasiones las escaleras en Sirk
son casi vitales, siempre simbólicas, siempre importantes, para mostrar las
diferencias entre personajes, conflictos, o simbolizar el tránsito, aquí
remarca el carácter perverso del protagonista.
Como ejemplo de conflicto en una escalera tendremos la
escena de la modelo en el estudio fotográfico con el propio fotógrafo al
comienzo de la película.
La casa es sí es un lugar asfixiante y claustrofóbico, bien
recalcado por la dirección artística, esa multitud de cuadros que decoran las
paredes, los juegos con las sombras y la mencionada escalera… todo ello subraya
el aspecto opresivo del lugar.
Sirk recurre a elementos mínimos y muy sutiles, pero siempre
efectivos, para crear tensión, misterio y un aura onírica muy acertada. Un
plano sobre un reloj que marca las 12 en punto es seguido por un suave
travelling que nos muestra a Colbert sentada tranquilamente en un plano
general, un día lluvioso y una cámara que parece espiar y esperar algo. Ese
algo es la llamada de un guante negro a
la puerta, es el fotógrafo que se hace pasar por médico. Sirk no oculta nada,
desde el mismo inicio nos indica que algo se trama contra la buena mujer interpretada
por Colbert.
En la entrevista entre el falso médico y Alison (Colbert),
Sirk usará esos claroscuros tan preciados al cine de suspense, una ráfaga de
luz resaltará los ojos de la actriz en
penumbra mientras el médico parece querer atemorizarla. La conclusión de la
escena retoma esa atmósfera onírica tan acertada que emplea Sirk.
Un plano encadenado del supuesto médico y el cuerpo de
Alison da paso a la siguiente escena. Una magnífica forma de relacionarlas.
Sirk recurre a varias escenas donde los trenes están
presentes, por ejemplo la inicial ya mencionada. Este uso reiterado implica el
tránsito vital de la protagonista, la evolución en una investigación para
descubrir la verdad y a sí misma.
Ni que decir tiene que la dirección es absolutamente
clásica.
Pasado el primer tercio de la película todas las claves se
desvelan, esto acaba suponiendo un error de guión, un guión que por otro lado
carece de ambigüedad y sutileza, ya que al mostrar todas sus cartas tan
pronto hace perder fuerza a la narración, ya no nos intrigan los sucesos, ahora
la cuestión será cómo se descubrirá algo que sucede demasiado pronto. No es
imprescindible que el descubrimiento sea el final pero al insistir en escenas
de manipulación del marido hacia la mujer éstas no tienen la misma fuerza ni
impacto. Es el gran debe de la cinta. Una manipulación psicológica para poder
tener vía libre con su amante es lo que busca el marido.
La segunda parte de la cinta es mucho más oscura y
tenebrosa, la noche se erige en protagonista, lo que ayuda a crear un clímax de
suspense mucho más acentuado con el buen manejo de las sombras que hace Sirk.
La escena donde Richard Courtland (Don Ameche), susurra en
sueños a su mujer para que ésta se tire por el balcón, medio sonámbula medio
hipnotizada, resulta muy forzada e inverosímil.
Tras el asesinato inducido frustrado volverá la luz, un
nuevo día, y la sombra de Courtland deslizándose por las paredes, claro símbolo
de muerte o asesinato. El chocolate es lo que usa el marido para dormir a su
mujer. El plano de él sosteniendo la taza con el chocolate caliente, sólo vemos
la taza y la cuchara dando vueltas sobre una Alison sentada, resulta
verdaderamente aterrador, como el vaso de leche que sube Cary Grant en
“Sospecha” (1941) para que se lo tome la dulce Joan Fontaine, escena y película
que seguro influyeron en Sirk para esta cinta.
Bruce (Cummings) seguirá a Courtland y entrará en el estudio
fotográfico, allí descubrirá al falso doctor de gafas llamativas. Cuando se
quede solo un tren pasará por la ventana, como ya sucedió en una escena
anterior en el mencionado estudio. La investigación está llegando a su parada.
Como curiosidad hay que mencionar la presencia de Raymond
Burr, el mítico protagonista de “Perry Mason” o “Ironside”, como un detective.
También veremos al galán Robert Cummings.
En el clímax final seguiremos la sombra de Alison, sus
manos, casi en una cámara subjetiva que sigue sonámbula las instrucciones de
Courtland, una vez más presagio de muerte. Como no podía ser de otra manera en
el clímax y con la resolución la escalera tendrá una presencia importantísima,
será escenario de las muertes que se producen.
En cualquier caso y pese a los pequeños lastres (las
motivaciones del protagonista, Cummings, para su investigación son vagos y poco
convincentes, aparte de la mala construcción del personaje, la boda oriental
aporta poco, el tema de la hipnosis no acaba de resultar creíble…), es una obra
entretenida con un villano inteligentísimo que encuentra que los rivales no
están a su altura... por eso decepciona un tanto la conclusión.
Claudette Colbert destaca por encima de los demás miembros
del reparto, no en balde Sirk ha sido uno de los grandes directores de actrices
que ha dado el cine.
Película que va de más a menos y que a pesar de sus
irregularidades es seguro que entretendrá al que apueste por ella, es lo que
tienen los grandes directores, sus películas menos magistrales también resultan
interesantes, incluso hipnóticas.
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