Un viaje al fondo del abismo, al lado más oscuro del ser
humano y de la dependencia, una dependencia muy contemporánea. Un retrato de
gente que toca fondo, fondo en su dignidad.
Steve McQueen, no el actor sino el director, nos ofrece una
película dura, compleja, nada complaciente y brillante.
Nunca he entendido muy bien las críticas que condenan una
película por considerarla moralista, no es ningún defecto que el director dé su
opinión, lo que sería criticable es la incoherencia o inconsistencia entre sus
propias opiniones y decisiones. Aquí es verdad que la mayor parte del relato
es frío y distante y que hacia el final el
director parece condenar en cierta medida a su personaje, algo que ha provocado
ciertas críticas negativas hacia ese punto. El hecho es que el tono se mantiene
constante en todo momento y que el desarrollo dramático y evolución de su
personaje es notable hasta el final.
El director de “Hunger” (2008), nos cuenta en esta ocasión
la vida de Brandon, un adicto al sexo que es completamente feliz y no muy
consciente de esa adicción, un hombre de éxito al que todo le va sobre ruedas,
triunfador, buen trabajo, buen físico, sin compromisos, gran éxito con las
mujeres… La llegada de su hermana, Sissy, trastocará todo ese universo que se
sostenía con alfileres, haciéndole consciente de su "realidad".
La progresión y seguridad, tanto dramática como narrativa, de
McQueen es soberbia. Veremos al pletórico Fassbender, que repite con el
director, en la primera parte de la cinta disfrutando de esa apacible vida
donde el sexo y la soledad placentera lo inundan todo. Es feliz, en apariencia.
Un plano picado de un hombre despierto en la cama mirando al
techo, haciendo tiempo para levantarse, que parece saciado, también vacío,
tranquilo, esperando comenzar un día más, inicia la narración. Le veremos coger el metro, el metro
será un lugar simbólico que regirá su vida, los sucesos que allí acontezcan marcarán la psicología del personaje, un personaje que se deja llevar por la vida
y por el sexo. En esta escena mirará a
un vagabundo, alguien con el que tiene más cosas en común de las que parece, él
es un solitario al que veremos vagar en no pocas ocasiones. La diferencia es
que uno tiene medios y el otro no.
Brandon huye de cualquier tipo de dependencia, salvo la
sexual, es por ello que huye de las relaciones, de los vínculos afectivos ya
sean sentimentales o familiares o todo lo que se le parezca. El sexo será una
válvula de escape a un vacío que sobrelleva pero que no acaba de entender precisamente
por ese aislamiento autoimpuesto. Es un personaje que se niega a sentir
cualquier tipo de sentimiento, refugiándose en el más intenso mundo de las
sensaciones, el sexo.
En otro viaje en metro se fijará en una guapa chica (Lucy
Walters), pasamos de la mirada al vagabundo a la mirada a una chica, esta idea funde
todo lo comentado, de su soledad, el vagabundo, al sexo, la chica, su escape,
su evasión, lo que le permite no tener que ver su "realidad".
Como los yonkis de William Burroughs, Brandon vaga por las
calles, por la vida, incluso por su trabajo, buscando un resquicio donde saciar
su adicción sexual, putas, masturbaciones en el baño del trabajo, conquistas
ocasionales, videos porno en el ordenador… Todo bañado en una soledad
irremediable y buscada. Su vida es su dependencia, pero como todo adicto no es
plenamente consciente de ello.
El orgasmo para Brandon es casi el único momento en el que se
siente vivo, una muerte dulce a la vez, un placer que le hace sentir vivo y a
la vez le mata un poco, le aleja de todo. La escena sexual final es
tremendamente aterradora a este respecto.
Un referente en la frialdad de la mirada de McQueen, al
menos en buena parte de la cinta, y en esa muestra de la muerte de los
sentimientos en la sociedad moderna que intenta compensarlo o sustituirlo por
sensaciones, lo tenemos en “Crash” (1996) de David Cronenberg, mucho más, incluso, que en la novela de Ballard. La cinta de Cronenberg, es posiblemente
una de las películas más frías que se han rodado jamás.
En casa de Brandon una llamada pide contestación, lo intenta
varios días pero él la ignora. En varias de esas escenas, donde vemos a nuestro
protagonista en su casa y su rutina al levantarse, las féminas y los gays
podrán disfrutar de varios integrales del bueno de Fassbender que no dejan nada
para la imaginación.
La dirección de McQueen es realmente brillante, retratará la
resquebrajada, indefinida… personalidad del protagonista con múltiples recursos
visuales que iremos comentando. Siempre que veo esto en películas recuerdo
“Lawrence de Arabia” (1962), y como David Lean lo hizo con el protagonista.
Para empezar tendremos un plano de Fassbender desenfocado en el metro.
La seguridad de McQueen la veremos en los múltiples
silencios que contiene la película así como en los magníficos planos secuencia,
algunos con primeros planos sostenidos realmente espectaculares. En la escena
del metro tendremos un juego sensual de miradas entre Fassbender y la guapa
chica, una chica que parece representar su deseo, su propia adicción sexual,
por ello cuando intente llegar a ella la perderá entre la multitud.
En su trabajo una frase en off “eres asqueroso” será el
primer signo en ese viaje a los infiernos que va a iniciar Brandon. Esa frase
le despertará de su ensimismamiento, es algo que no quiere plantearse porque le
da vergüenza asumirlo (es el título de la película de hecho), y por ello de
alguna forma se siente identificado. Es feliz mientras sea secreto.
La película está abarrotada de cristales, espejos, planos
desenfocados… Esto, como he comentado otras veces, está siendo muy común en las
puestas en escena modernas, una representación de un mundo de apariencias,
virtual, burbuja, que aísla, oculta e insensibiliza, que resalta la falsedad y
la mentira. Fassbender está integrado perfectamente en ese mundo, está cómodo.
Sissy, interpretada magníficamente por Carey Mulligan, será
presentada, precisamente, a través de un espejo y desnuda.
El desnudo estará siempre presente, McQueen desnuda de todas
las formas posibles a sus personajes. Sissy es el opuesto de Brandon, si él ha
creado una coraza, ella las ha eliminado todas, de tendencias suicidas se
agarra a cualquiera, se vincula de forma enfermiza, ella es dependiente de
cualquiera, la veremos suplicar a alguien por teléfono, la fortaleza de él contrasta
con la debilidad de ella. Es por ello que cuando recibe el más mínimo afecto de
alguien de entrada se lanza con todo, incluso con su propio hermano. Es
precisamente esto lo que Brandon pretende evitar, su hermana es puro
sentimiento y el no quiere eso a su alrededor, quiere eliminarlos por completo,
poder ser frio, no ser vulnerable a ellos y recurrir al sexo como escape cuando
lo necesite.
Brandon sorprenderá a su hermana en el baño mientras se
ducha, esto tendrá su eco en una escena culminante, por lo que supone de punto
de inflexión definitivo en los dos personajes protagonistas.
Una vez más en el metro, en esta ocasión esperándolo. Vemos a
Sissy al borde del andén, de esta forma nos muestra McQueen el desprecio por la
vida que tiene ese personaje, del que descubriremos sus tendencias suicidas
posteriormente. Dos pinceladas y tenemos el retrato del personaje.
Brandon sigue con su rutina masturbatoria, ya sea en su casa
o en el trabajo, de forma más explícita o mediante elipsis.
La hipersensibilidad de Sissy perturba a Brandon.
Una de las escenas cumbres, y seguramente por la que será
recordada la película, la tenemos en el tristísimo y melancólico “New York, New
York” que canta Carey Mulligan con un espectacular plano sostenido en buena
parte de la interpretación. Una escena clave para entender a los personajes. De
la desbordante sensibilidad de ella a la frustración que los sentimientos
producen en él. Brandon, un también magnífico en esta secuencia Fassbender, no
puede evitar emocionarse y soltar una lagrimilla, para su frustración, cuando
oye la interpretación de su hermana. No querrá reconocer que ha llorado, pero
se da cuenta de que es peligrosa porque crea fisuras en su coraza. Entendemos entonces por qué era tan reticente a ir, sabía lo que le pasaría.
Un “New York, New York” triste y melancólico, como los personajes
que retrata McQueen o la propia ciudad que los contiene. Una escena de
interpretaciones maravillosas y un momento inolvidable de Carey Mulligan.
Esta sensación para Brandon tendrá su continuidad con la
relación entre su jefe y amigo, con el que fue a ver a su hermana, y Sissy, una
relación que le perturba y que vemos tras otro cristal, en esta
ocasión del coche en el que van los tres, sobre el que se reflejan las luces de
la ciudad brillando sobre el rostro de Brandon a la vez que la pareja se besa al lado de él. En su
casa oiremos como la pareja inicia su juego sexual y Brandon no puede
aguantarlo. Por supuesto huirá de los sentimientos, como es costumbre en él.
Esta huida será mostrada con otro maravilloso plano
secuencia donde Brandon sale a correr para evadirse de lo que sucede en su casa
e intentar poner orden en su confusión. Una huida que puede ser eterna. Un
larguísimo travelling lo seguirá por ese mundo sin escrúpulos en el que vivía
plácidamente.
Curioso eso de que ponga como algo negativo el ser moralizante cuando no se ve ningún problema en películas que pretenden ser panfletos pro-X cuando X es alguna cosa políticamente correcta.
ResponderEliminarSe podría decir mucho sobre eso. Me limitaré a decir que una muestra de la actitud tan frecuente tras la que se trasluce la idea de que la libertad es que todos hagan y digan lo mismo que yo o se fastidien aceptando lo que yo diga.
Exacto Rojo, lo moralizante o que el director dé su opinión, vale si dice algo que nos gusta o si este director acaba siendo indiscutible, vease Billy Wilder, por ejemplo, un director muy moralista. En esos casos no pasa nada. Pero si nos contradice entonces ser moralista es malo.
ResponderEliminarEs curioso como a menudo en el cine (y en la vida!!) aparece el sexo como un final al q hay q llegar, una comunión, y aquí es el punto de partida y la soledad.
ResponderEliminarGuapo muchacho. Muy limpio él!!
Muy interesante el análisis, sensei. Esperando la 2/2!!!
Beso!!
R
Sí R, aquí es más que eso, es una dependencia placentera, secreta y buscada... que acaba siendo desoladora. A ver si te gusta la segunda parte tanto como el chico limpio y aseado jajajaja
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